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España España · Valencia
Voto de Carorpar:
4
Serie de TV. Thriller. Intriga Miniserie de TV. 10 episodios. El detective Ralph Anderson (Ben Mendelsohn) y Holly Gibney (Cynthia Erivo), una investigadora poco ortodoxa, investigan el brutal asesinato de Frankie Peterson, un niño de 11 años, ocurrido en un pacífico pueblo. Aunque al principio todo parece tener una explicación dentro de lo plausible, pronto se darán cuenta de que una fuerza sobrenatural parece tener mucho que ver en la desaparición del chico. (FILMAFFINITY) [+]
9 de marzo de 2020
35 de 66 usuarios han encontrado esta crítica útil
Quiero creer que los responsables de cualquiera sea la producción —largo, corto o mediometraje, serie o culebrón, teatro clásico e incluso la función de fin de curso del colegio de la esquina—, con carácter previo y selectivo harán un análisis moderadamente riguroso de la necesidad y la oportunidad, que no se lanzaran a la piscina sin antes comprobar si hay suficiente agua, porque esté de moda, por “la edad de oro de la televisión” o porque su cuñado, el pequeño, se sacó por fin aquel módulo de Imagen y Sonido y el chaval se merece una oportunidad. Sin embargo, cosas —por no recurrir tan pronto a un término más grueso— de la ralea de “El visitante” me llevan a dudar muy seriamente de dicha creencia. Porque el escasísimo interés que pudiera haber encerrado se agota tras su primer episodio, a lo sumo y siendo generosísimos, mediado el segundo. Y porque no da miedo, ni siquiera alcanza a inducir la más leve inquietud, lo cual, encuadrándose en el subgénero terrorífico —aceptaría incluso suspense, en plan “barco como animal de compañía”—, se antoja particularmente desalentador.
Además, argumentalmente se erige en un sinsentido mayúsculo, si bien cabe presumir que la culpa es achacable al original literario; en cualquier caso, un guionista de competencia media podría haber paliado el absurdo cósmico en que se enfanga la historia. Cuesta mucho aceptar que, con semejante tasa de mortalidad infantil —tras violencias y sevicias sin cuento, y evidentes conexiones con hechos similares ocurridos en otros estados—, los policías protagonistas, en lugar de pedir auxilio al FBI, que para eso está, recurran a una médium con TEA, el trastorno guay de nuestros días —hace diez años habría tenido déficit de atención e hiperactividad—. Y esa es sólo una de las incontables decisiones equivocadas que toman los personajes a lo largo de nueve larguísimos capítulos, cuando —insisto— lo más prudente y respetuoso para con la inteligencia del sufrido espectador hubiera sido coger el petate y largarse a casa tras el segundo.
Carorpar
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