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Comedia
Tres estudiantes de un instituto deciden organizar una fiesta salvaje en casa de uno de ellos, promocionándola en las redes sociales como la fiesta más loca de la temporada. Además, los chicos deciden grabarla para luego colgarla en la red. Pero, poco a poco, irán surgiendo una serie de complicaciones imprevistas... (FILMAFFINITY)
22 de junio de 2012
22 de junio de 2012
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
La moda del falso documental que tantos géneros viene explorando, esta vez se la toma con una fiesta “teenager” desbordada de alcohol, drogas, sexo (aunque parezca mentira, este es el concepto de la diversión que tienen muchos) y, sobre todo, estupidez, provocada por la necesidad de reconocimiento entre sus pares de sus subestimados organizadores.
Carente de situaciones comunes de las típicas comedias adolescentes, y poco creíble por donde se la mire, ya que el "divertimento" en cuestión se prolonga lo suficiente como para alcanzar unas proporciones inimaginables en una sociedad que hace un culto de la privacidad, el orden público y el respeto por los demás, termina por convertirse en una interminable sucesión de excesos que preanuncian el apocalíptico desenlace, con la misma certeza que disminuye el interés de los espectadores por saber donde desemboca tanta locura y superficialidad.
Si la intención era advertirnos de las consecuencias que puede acarrear semejante desmadre, en algún lado se olvidaron el argumento. Ahora bien, si de divertir a la platea se trataba, creo que haber emborrachado a un centenar de chimpancés, soltarlos en un parque de diversiones y filmarlos, hubiera resultado un proyecto mucho más digno y entretenido que el que encaran estos jovencitos viciosos, confundidos y descerebrados, que parecen regir sus vidas por lo que indican sus genitales o sus obnubilados sentidos, sin calcular riesgos.
Carente de situaciones comunes de las típicas comedias adolescentes, y poco creíble por donde se la mire, ya que el "divertimento" en cuestión se prolonga lo suficiente como para alcanzar unas proporciones inimaginables en una sociedad que hace un culto de la privacidad, el orden público y el respeto por los demás, termina por convertirse en una interminable sucesión de excesos que preanuncian el apocalíptico desenlace, con la misma certeza que disminuye el interés de los espectadores por saber donde desemboca tanta locura y superficialidad.
Si la intención era advertirnos de las consecuencias que puede acarrear semejante desmadre, en algún lado se olvidaron el argumento. Ahora bien, si de divertir a la platea se trataba, creo que haber emborrachado a un centenar de chimpancés, soltarlos en un parque de diversiones y filmarlos, hubiera resultado un proyecto mucho más digno y entretenido que el que encaran estos jovencitos viciosos, confundidos y descerebrados, que parecen regir sus vidas por lo que indican sus genitales o sus obnubilados sentidos, sin calcular riesgos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
El colmo del absurdo alcanza uno de sus picos cuando los organizadores del evento logran convencer de que la situación está totalmente controlada a una patrulla policial (con la actitud de Abbot y Costello) que, ante las denuncias de los vecinos, se hace presente en el lugar, y logran esconder y mantener callados a una horda de energúmenos drogados y alcoholizados. ¡Ni el mejor hipnotizador en masa hubiera conseguido semejante proeza!