Posiblemente ese sea el pilar de apoyo de la película: la imaginación del espectador. Pues seamos sinceros, ¿a quién no le gustaría gozar de una relación como la que mantienen nuestros dos protagonistas y acabar de una forma tan perfecta y romántica como acaban ellos? Supongo que incluso a la persona menos romántica del mundo no le importaría en absoluto vivir una historia parecida a la que nos ofrece Will Gluck.

Realmente la historia está ya muy vista y la lección bien aprendida (los directores de cine actuales parece que nos quieren implantar la idea de que un hombre y una mujer es imposible que sean amigos sin llegar a ser algo más) y, a causa de ello, es probable que la trama sea algo cansina y repetitiva ya que sabemos exactamente lo que va a ocurrir en el desenlace antes de que ocurra nada. Y prueba de ello son películas similares como “Sin Compromiso” que, sin llegar a convencer tanto, nos cuenta exactamente la misma situación, pero con diferente reparto.

Dejando a un margen lo repetitivo del argumento, debemos reconocer la originalidad de los diálogos en muchas situaciones, así como las intervenciones cómicas de los personajes que hacen de la típica “pastelada” romántica una simpática y divertida comedia romántica que no desagrada en ningún momento. Además, la música acompaña perfectamente a todas las escenas y los actores convencen en su papel.

Desde luego no es la mejor comedia romántica del mundo, pero cuenta con los suficientes detalles como para que la recordemos por encima de otras producciones similares.