Buena película de Jaume Balagueró, suspense inteligente, tensión contenida y sobre todo terror psicológico, la peli sería perfecta si tuviera un guión más consistente pero como nota global es una excelente película, hecha con dos duros y un puñado de actores en un único escenario.
Luis Tósar, el solito lleva el peso de una película donde los demás personajes ejercen de comparsas, incluida la víctima. Esa es la principal originalidad de la película (bueno, ha habido otras películas así, pero no son muy habituales), acostumbrados a las pelis convencionales donde los sufrimientos, los chillidos y los esfuerzos de la víctima por librarse del malo son el hilo conductor, aquí Balagueró nos sitúa desde la óptica del malo, nosotros somos sus ojos y no podemos evitar empatizar con él, a pesar de que nos encontramos ante uno de los peores hijos de perra que hemos visto en el cine últimamente. Eso es lo más inquietante de la peli y lo que creo que cabrea a algunos lectores que han hecho críticas totalmente destructivas del film.
El "encanto" de la película es el tono intimista, pausado, sin recursos a sustos fáciles que nos hace ir desarrollando la historia hasta la escena final, realmente lo mejor de la película. No hay explicaciones, nosotros tenemos que buscarlas, no nos dicen las causas del comportamiento de nuestro amigo el portero, Balagueró no quiere, o no se ha molestado, darnos las cosas masticaditas, simplemente nos muestra la maldad de un tipo cuyo único disfrute consiste en amargarle la vida a los demás, de manera proporcional al grado de felicidad que muestran.
Como lado negativo reconozco las carencias del guión a nivel de darle credibilidad técnica a la historia, acostumbrados como estamos a CSIs, a heroínas listas y valientes y a villanos superdotados aquí la chica es tonta hasta la necedad, el villano comete errores de zoquete y del resto , mejor no hablar, empezando por la policía, lo más cómico de la cinta.
En resumen, me gustó la película, demuestra que se puede hacer cine inteligente, que llega al alma del espectador, con pocos medios y sin despliegue de gore o de efectos especiales. También demuestra que en España se puede hacer buen cine exportable, la ciudad puede ser cualquiera y los personajes se pueden entender en cualquier latitud. Jaume Balagueró sigue por la buena senda haciendo buenas películas