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España España · Barcelona
Voto de Maximillian:
6
Intriga. Drama. Romance. Thriller Una joven (Lily James) contrae matrimonio con un aristócrata (Armie Hammer) y se traslada a vivir a su mansión, de nombre Manderley, situada en Cornualles. Sin embargo, ahí continúa presente la sombra de Rebeca, la anterior mujer del millonario, fallecida en extrañas circunstancias. (FILMAFFINITY)
27 de octubre de 2020
23 de 31 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta injusto y estéril pretender comparar cualquier adaptación de "Rebecca", la inmortal novela gótica de Daphne du Maurier, publicada en 1938, con la obra maestra realizada por Alfred Hitchcok en 1940, que le valió conseguir el único oscar de su carrera.

Resulta imposible pretender sustituir la fantasmagórica iluminación de Manderley, fotografiada por George Barnes, la evocadora banda sonora de Franz Waxman, el porte y la distinción del misterioso y torturado Maxim de Winter, interpretado magistralmente por Sir Laurence Olivier, el desamparo e inocencia de la nueva y joven Sra. de Winter, acentuado por ser una protagonista sin nombre, un papel que borda una joven Joan Fontaine de 22 años, la perversidad y la oscuridad del alma de la celosa sacerdotisa del culto a Rebecca, la siniestra Sra. Dambers, un papel inolvidable que marcó para siempre la carrera de Judith Anderson, pero sobre todo, la omnipresencia del personaje que da nombre a la película, Rebecca, dominando todo y a todos, sin que jamás llegue a aparecer en pantalla.

Ante la imposibilidad de conseguir emular los logros de esta obra maestra, un remake tiene sentido si se plantea desde una óptica de revisitación, actualización, reelaboración o reenfoque para conseguir nuevas lecturas de un mismo material original.

Con el ánimo de mantener la fidelidad al texto original, en 1979 la BBC se atrevió a presentar una mini-serie en 4 capítulos de 50 minutos, interpretada por Jeremy Brett, Joanna David y Anna Massey, que consiguió incorporar aspectos no explorados de la novela y representar el final original, que se había tenido que ocultar en la versión de 1940 por la aplicación del tristemente célebre Código Hays. Visto con los ojos actuales, el resultado fue excesivamente frío y teatral, como suele suceder en las series británicas de esa época.

En 1997, la ITV volvió a intentarlo en una nueva y prestigiosa mini-serie, que adaptaba nuevamente la novela, esta vez, en dos capítulos de 90 minutos, con un brillante reparto encabezado por Charles Dance, un convincente y adecuado Maxim de Winter, Diana Rigg, ganadora de un Emmy por su brillante interpretación de la Sra.. Dambers, una jovencísima Emilia Fox que, como curiosidad, es hija de Joanna David, la segunda señora de Winter de la versión de 1979 y una sorprendente y divertida Faye Duneway, en el papel de la Sra. Van Hopper.

El resultado es convincente gracias a la excelente labor actoral, a la espléndida fotografía que sabe resaltar la brillante luz mediterránea de la Costa Azul, y los oscuros y lóbregos corredores de la mansión de Manderley.

A pesar de estos logros, la serie debe ser acusada de cometer un arrogante sacrilegio: mostrar, aunque sea en planos parciales y apariciones fugaces, a la auténtica protagonista de la novela, Rebecca, ausente de toda la historia pero condicionando, aún muerta, las vidas de todos los personajes.

En 2008, la RAI italiana se atrevió a llevar nuevamente a las pantallas el texto de Daphne du Maurier en una mini-serie, también de dos capítulos de 90 minutos, con Alessio Boni, Cristiana Capotondi y Mariangela Melato en los papeles principales, sin que aportase ningún logro que no hubiese sido incorporado anteriormente por las series británicas.

Y llegamos a 2020, en plena era de crisis de creatividad y de fiebre de remakes, reboots y revivals, Netflix nos sorprende con una nueva adaptación, esta vez de 120 minutos, en la que volvemos a encontrar a los inmortales personajes, pero sin saber exactamente lo que Ben Wheatley, su director, quiere mostrar.

Lily James compone con acierto su personaje, a pesar de no saber transmitir el desamparo que se le supone,

Armie Hammer es un rejuvenecido Max de Winter, demasiado joven para el personaje, aunque refleja con solvencia sus aristas, pasando desde el enamoramiento a la ira y sabiendo mantener una fría y distante ambigüedad.

Quien se come todas las escenas en las que aparece es Kristin Scott Thomas en el papel de Sra. Dambers, si bien no llega a representar la amenaza que tan bien supieron reflejar en la pantalla Judith Anderson y Diana Rigg, compone un personaje cruel, maquiavélico y psicóticamente obsesionado con su antigua señora a la que idolatra como corresponde a la sacerditosa del culto a su diosa: la omnipresente Rebecca.

Quizá las aportaciones del film son escasas, la luminosa fotografía que tan bien refleja los paisajes de Monte Carlo, resulta excesiva para representar la atmósfera misteriosa de Manderley, pero lo que si es cierto, es que el guión original sigue teniendo tanta fuerza que se convierte en el auténtico logro del film, aunque nada más sirva para remitirte a releer el texto original de Daphne du Maurier o a extasiarte con la obra maestra de Alfred Histchcok.
Maximillian
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