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España España · http://www.koult.es/ Castellón
Voto de Migue Muñoz:
5
Drama. Aventuras Basada en la historia real de Aron Ralston, un intrépido montañero y escalador norteamericano que se hizo famoso porque en mayo de 2003, durante una escalada por los nada transitados cañones de Utah, sufrió una caída y quedó atrapado dentro de una profunda grieta. Tras varios días inmovilizado e incapaz de encontrar una solución alternativa, tuvo que tomar una dramática decisión. (FILMAFFINITY)
4 de febrero de 2011
5 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
El “basado en hechos reales” aglutina cuatro de las diez películas nominadas al premio gordo de los Oscar 2011. '127 horas' nos narra el angustiante lance que sufrió el montañista estadounidense Aron Ralston cuando su brazo quedó atrapado por una roca en un barranco del desierto de Utah, durante más de cinco días en mayo de 2003.

'127 horas' no sólo peca de arritmia sino que en el caso del pseudo-experimento cinematográfico del británico Danny Boyle, la necesidad de estirar la aventura de supervivencia de su omnipresente protagonista hace que la crónica desfallezca en numerosos puntos, aún a pesar de que James Franco, uno de esos actores desconcertantes por su capacidad ubicua de hallarse en varios eslabones del star system, aguante el tirón durante hora y media solito ante la cámara.

El que esto suscribe debe reconocer que pocas veces terminan de agradarle la visualización de ejercicios de estilo que adscriben su forma y fondo según la personalidad potente que adquiere el espacio: normalmente minúscula atalaya donde se multiplica el efecto psicológico y emocional de los personajes. Películas como 'Doce hombres sin piedad', 'La cabina' o la reciente 'Buried' son producciones denominadas conceptuales que buscan en el espacio asfixiante donde se desarrollan sus tramas una oportunidad para experimentar con la planificación y la puesta en escena así como la capacidad de simbiosis de esa forma con el fondo psicológico que buscan.

Normalmente, bien reconocidas, lo primero que me transmiten este tipo de producciones, es el pensamiento subjetivo de cómo se las van a apañar realizador y editor para sacar de una idea que en primera instancia no da más de sí que para un corto o un mediometraje, un largo de al menos hora y media. Me agota pensar en las argucias que han tramado para intentar hacer viable una idea dilatada en tantos minutos y sólo me satisfacen aquellas historias que no intentan ser perfectos ejercicios de estilo sino que muestran abiertamente sus trucos, sus fallos y sus aciertos, tipo 'La soga', 'La habitación del pánico' o 'Señales'. Desafíos autorales que nacen, se preparan y se muestran imperfectos y que sí dan ganas de visualizarlos más de una vez. Algo que con '127 horas', lamento decir, que no me ocurrirá.

El morboso final con esa drástica elección no importa, pero sí las mil y una argucias inventadas por Boyle y compañía para no aburrir al espectador: flashbacks, delirios, pesadillas, sueños húmedos, dilemas morales o sexuales (la sonrojante decisión de insinuar y no declarar abiertamente una simple masturbación),… Al fin y al cabo, el largometraje no parece prolongarse pesadamente tanto como pueda parecer en un primer momento, a causa de cierta pericia audiovisual. Sin embargo, la sensación no es positivamente memorable, no se tienen ganas de volver a visionarla. No importa olvidarla pronto ya que hay más estética y ganas de perfeccionar un fondo que hurgar valientemente en la situación límite.
Migue Muñoz
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