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Voto de Migue Muñoz:
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Ciencia ficción. Aventuras. Bélico. Acción. Fantástico. Romance
Año 2154. Jake Sully (Sam Worthington), un ex-marine condenado a vivir en una silla de ruedas, sigue siendo, a pesar de ello, un auténtico guerrero. Precisamente por ello ha sido designado para ir a Pandora, donde algunas empresas están extrayendo un mineral extraño que podría resolver la crisis energética de la Tierra. Para contrarrestar la toxicidad de la atmósfera de Pandora, se ha creado el programa Avatar, gracias al cual los seres ... [+]
29 de agosto de 2010
29 de agosto de 2010
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La caida es más grande cuanto más arriba te has subido, y la cima dónde se hallaban puestas las expectativas sobre 'Avatar', antes de su estreno mundial, estaban a la altura de una torre mitológica. La revolución ha dejado de ser un sustantivo válido para que lo complemente el término cine o narrativa audiovisual: todo lo que se anuncia como revolucionario en estos términos, primero, tiene que ver siempre con un avance tecnológico y segundo, es más una pompa de jabón marketiniana que un dato relevante en una enciclopedia seria sobre el séptimo arte.
'Avatar' actualiza y pule la técnica CGI, la motion capture y el 3D y por momentos nos vende algo más cercano al cine que a un videojuego de última generación, aunque no hace falta decir que, en el fondo, el negocio entre cine y videojuego se están dando la mano descaradamente. James Cameron ya parecía estar perdido poco antes de Titanic, y aunque con su última apuesta megalomaniaca haya puesto en pie a todo la industria y haya hecho saltar la banca lo que realmente ha ofrecido al espectador es un espectáculo vacío, grandilocuente pero pasmosamente vulnerable ante cualquier análisis liviano. Igual es que Cameron y su equipo no tienen la culpa de tanta expectativa falsa y lo único que pretendían es arrastrar el estímulo receptor hasta esas cotas que hace tiempo a las que no arrastra el cine comercial y, en ese caso, les ha salido, más que un revolucionario film de acción y aventuras, una genuina vuelta descarada hacia el puro cine de atracciones, a través de la misma inventiva que muchos de los magos del cine de los orígenes, con George Méliès a la cabeza. La plasticidad de la película es apabullante, aunque justamente por eso mismo termina por ser cegadora y empalagosa. Provoca embriaguez tanto azul (Cameron multiplica por infinito su debilidad por la luz metálica y su querencia por el azul, y en Avatar termina dándole tanto significado New Age a ese estado anímico visual que Abyss (1989) se queda en pañales).
Si, justamente, 'Avatar', parte de un postulado puramente emocional, arraigado al pathos, es más bien porqué se lanza hacia el territorio dónde sabe seguro que por sus características como proyecto va a arrasar. Aquel que vaya a ver 'Avatar' con ganas de hacer ¡oooohhhh! varias veces ante la prodigiosa calidad visual de su propuesta en Digital 3D (y no digamos el que la pueda haber visto en IMAX, tal y como la pensó Cameron), busque emociones fuertes y ritmo trepidante, no va a salir defraudado. Si por el contrario, alguien piensa que el concepto argumental de 'Avatar' descubre simbolismos o lecturas metafísicas y profundas dentro del género, no lo encontrará ni en los intentos más latentes de la película a la hora de hallar una lectura política o socio-cultural contemporánea. Es más, si hurgamos un poco hasta nos puede parecer que el producto resulta ser más conservador de lo que en un principio se nos quiere hacer ver.
'Avatar' actualiza y pule la técnica CGI, la motion capture y el 3D y por momentos nos vende algo más cercano al cine que a un videojuego de última generación, aunque no hace falta decir que, en el fondo, el negocio entre cine y videojuego se están dando la mano descaradamente. James Cameron ya parecía estar perdido poco antes de Titanic, y aunque con su última apuesta megalomaniaca haya puesto en pie a todo la industria y haya hecho saltar la banca lo que realmente ha ofrecido al espectador es un espectáculo vacío, grandilocuente pero pasmosamente vulnerable ante cualquier análisis liviano. Igual es que Cameron y su equipo no tienen la culpa de tanta expectativa falsa y lo único que pretendían es arrastrar el estímulo receptor hasta esas cotas que hace tiempo a las que no arrastra el cine comercial y, en ese caso, les ha salido, más que un revolucionario film de acción y aventuras, una genuina vuelta descarada hacia el puro cine de atracciones, a través de la misma inventiva que muchos de los magos del cine de los orígenes, con George Méliès a la cabeza. La plasticidad de la película es apabullante, aunque justamente por eso mismo termina por ser cegadora y empalagosa. Provoca embriaguez tanto azul (Cameron multiplica por infinito su debilidad por la luz metálica y su querencia por el azul, y en Avatar termina dándole tanto significado New Age a ese estado anímico visual que Abyss (1989) se queda en pañales).
Si, justamente, 'Avatar', parte de un postulado puramente emocional, arraigado al pathos, es más bien porqué se lanza hacia el territorio dónde sabe seguro que por sus características como proyecto va a arrasar. Aquel que vaya a ver 'Avatar' con ganas de hacer ¡oooohhhh! varias veces ante la prodigiosa calidad visual de su propuesta en Digital 3D (y no digamos el que la pueda haber visto en IMAX, tal y como la pensó Cameron), busque emociones fuertes y ritmo trepidante, no va a salir defraudado. Si por el contrario, alguien piensa que el concepto argumental de 'Avatar' descubre simbolismos o lecturas metafísicas y profundas dentro del género, no lo encontrará ni en los intentos más latentes de la película a la hora de hallar una lectura política o socio-cultural contemporánea. Es más, si hurgamos un poco hasta nos puede parecer que el producto resulta ser más conservador de lo que en un principio se nos quiere hacer ver.