En realidad es una buena película y podría haber sido mejor, sin duda. Tratando el tema de la inmigración se puede pecar en lo reiterativo fácilmente y acabar en la mediocridad por defecto de lágrima y sentimientos inflados. Sin embargo, Chris Weitz huye de escenas cargadas de sufrimiento emocional, de la violencia corporal, y aunque se aferra a los clichés normales de una narración previsible, Weitz ahonda en los personajes sin forzar la esencia natural que ya los define, los expone paulatinamente y los engrandece con deslumbrantes planos de proximidad casi intimidatoria. Y ahí surge el inmediato "enganche" con el espectador, al menos en mi caso, por la autenticidad de las expresiones inundando la pantalla de manera natural y creíble. Chapeau!, por Demián Bichir, perfecto en el contenido y la "causa" que transmite, su lucha, la sencillez, los valores que representa y sus miedos a flor de piel. Frente a él su descendiente, desligado ya de la raíz esencial, el frío y distante José Julián, aún verde en tablas, representa la prolongación de los sueños y a su vez la huida en constante liza, luchar dignamente por el sueño americano o tomar el camino de las bandas.

Todos los esquemas de la trama, aunque algo fallida en la inventiva, consiguen la atención gracias a la fluidez de los acontecimientos, y gracias a las buenas interpretaciones que en algunos momentos atrapan sin abuso de la lágrima fácil.

Saludos.