Renombrada desde el mismo momento de su albor en la gran pantalla, venía ya avalada por un terremoto fragoroso de ovaciones y expectación propias de un evento sin precedentes ni parangón. El resultado final de este ensueño realizado en 3-D no defraudó ni defraudará sin lugar a dudas a ningún espectador, ávido por comprobar a qué se debe tanta rimbombancia y clamor. La magistral película de James Cameron es ante todo un fascinante y suntuoso espectáculo escénico visual que parece el germen de una mente megalómana adicta a la lisonja del espectador. La historia encierra además una bella historia de amistad, amor, compromiso y solidaridad entre un humano y unos seres inclasificables que esgrimen como precepto mayúsculo y primigenio el amor por la naturaleza, por conservar el entorno en una especie de eterna ceremonia de agradecimiento al hábitat natural que les da cobijo y sustento. Bellos mensajes de concienciación y un momento para la reflexión ante el caótico desenlace de esta película que nos instiga a ponderar sobre las terribles consecuencias de no saber valorar lo que tenemos hasta que lo perdemos.