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España España · Alicante
Voto de Titacho:
10
Animación. Infantil. Drama. Musical Oculto a las miradas de todos los ciudadanos de París, en lo alto del campanario de la catedral de Notre Dame, vive Quasimodo. Su tutor, el juez Frollo, no le permite bajar nunca del Campanario. En compañía de tres simpáticas gárgolas de piedra, Victor, Hugo y Laverne, Quasimodo pasa las horas observando el bullicioso ir y venir de la gente. Hasta que un día, decide bajar a escondidas y conoce a la bella Esmeralda, con la que vivirá su mayor aventura. (FILMAFFINITY) [+]
27 de enero de 2019
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
En los 90 Disney lanzaba cada año una nueva película musical de animación que se convertía en un acontecimiento, todas cortadas por el mismo patrón (tanto musical, como de ritmo, moralina o megacampaña promocional), de las que destacan dos obras maestras muy cercanas a la ópera, “La bella y la bestia” y la peli que nos ocupa: “El jorobado de Notre Dame”.

Más oscura, violenta y adulta que sus hermanas no tuvo el éxito de taquilla que hubiera merecido pero es que la Disney quería hacer cine para niños con una calidad tan alta que gustara también a los adultos y claro, todo no puede ser (en Pocahontas incluso hay muertes por arma de fuego, ahí ya se les fue todo de las manos). La escena en la que el juez canta delante de la chimenea reconociendo que la gitana buenorra le pone palote palote palote es de las que te hacen llevarte las manos a la cabeza por estar dentro de una peli supuestamente infantil.

Un buen guión de los que definen a los personajes en apenas dos líneas de diálogo, unos planos bellísimos en los que nos muestran la arquitectura de la catedral, números musicales de antología (bueno, no todos), frases lapidarias de las que dan ganas de tatuarse (“La vida no es un deporte que se mira”, “Mejor pedir perdón que permiso”,…), unos edificios de fondo (no los llamaré “decorados”), que hubieran hecho las delicias de Tim Burton, una historia dramática que engancha y un canto a la inclusión social convierten a “El jorobado de Notre Dame” en una de las mayores joyas del cine de animación de todos los tiempos.

La película tiene una de las mejores secuencias iniciales que he visto en mi vida. Escuchamos un repique de campanas mientras aparece el logo de Disney y de repente empiezan los coros y vemos el cielo de París del que sobresale la catedral de Notre Dame. Un titiritero nos cuenta en apenas dos minutos la historia del jorobado y cómo llegó al campanario (alucinante la secuencia de la persecución a caballo mientras los coros gritan ¿en latín? y los ojos de los santos esculpidos en la fachada de la catedral observan el pecado del juez Frollo), y finaliza con un nuevo repique de campanas mientras vemos el título de la peli. Sólo por esos 5 minutos iniciales ya merece la pena ver “El jorobado de Notre Dame”.

Me pondré un momento en modo “abuelo cebolleta” para decir eso de “ya no se hacen películas así”, dibujando a mano cada fotograma y con esta calidad musical. Lo realmente increíble es cómo los guionistas se pasan por el Arco del Triunfo la novela de Víctor Hugo (sí, ya sé que en París todavía no estaba el arco del triunfo en el siglo XV), cogen un melodramón shakespeariano ambientado en el oscuro París del medievo y lo convierten en una alegre película de dibujos animados con canciones por todas partes y explosión de colores. Cuando se estrenó llegué a pensar que Disney era capaz de convertir “Frankenstein” o “Drácula” en una película infantil, y estoy seguro de que en algún despacho de la compañía había algún proyecto que lo intentaba.

Un clásico imprescindible del musical de animación. Una joya.
Titacho
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