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Voto de urbana:
9
6.9
17,012
Drama
Polonia, 1960. Anna (Agata Trzebuchowska), una novicia huérfana que está a punto de hacerse monja, descubre que tiene un pariente vivo: una hermana de su madre que no quiso hacerse cargo de ella de niña. La madre superiora obliga a Anna a visitarla antes de tomar los hábitos. La tía, una juez desencantada y alcohólica, cuenta a su sobrina que su verdadero nombre es Ida Lebenstein, que es judía y que el trágico destino de su familia se ... [+]
18 de agosto de 2014
42 de 50 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ida es una obra exquisita, una pequeña joya. Preciosa, en su sobriedad y ascetismo.
Para algunos podrá parecer una película fría y distante; yo la encuentro particularmente conmovedora en su austeridad y en su contención. Los universos interiores son demasiado hondos como para intentar revelarlos explícitamente, y las realidades humanas muchas veces demasiado amargas como para buscar explicitarlas. Una historia como ésta necesita y pide de un tono sobrio, a mi juicio sabiamente logrado en este filme.
Con unas imágenes en blanco y negro de una belleza gélida y potente, ambientadas en la Polonia de los años 50, nos sitúa a Ida, su delicada protagonista, en búsqueda de su identidad y de su verdad antes de tomar los votos para transformarse en monja. Acompañada de su tía Wanda a quien acaba de conocer, ambas recorren un camino que las lleva a indagar en los detalles de un pasado doloroso y sórdido. El telón de fondo es una Polonia en la era soviética, que aún no ha terminado de curar sus heridas después de la guerra.
Interesante es el contrapunto que se traza entre estas dos mujeres, que parecen tan opuestas y que sin embargo veremos que están tan unidas. A Ida acaso la oprimen los muros del claustro y el hábito que lleva puesto de manera permanente; a Wanda, el alcohol y el vacío asfixiante en el que vive inmersa.
Para algunos podrá parecer una película fría y distante; yo la encuentro particularmente conmovedora en su austeridad y en su contención. Los universos interiores son demasiado hondos como para intentar revelarlos explícitamente, y las realidades humanas muchas veces demasiado amargas como para buscar explicitarlas. Una historia como ésta necesita y pide de un tono sobrio, a mi juicio sabiamente logrado en este filme.
Con unas imágenes en blanco y negro de una belleza gélida y potente, ambientadas en la Polonia de los años 50, nos sitúa a Ida, su delicada protagonista, en búsqueda de su identidad y de su verdad antes de tomar los votos para transformarse en monja. Acompañada de su tía Wanda a quien acaba de conocer, ambas recorren un camino que las lleva a indagar en los detalles de un pasado doloroso y sórdido. El telón de fondo es una Polonia en la era soviética, que aún no ha terminado de curar sus heridas después de la guerra.
Interesante es el contrapunto que se traza entre estas dos mujeres, que parecen tan opuestas y que sin embargo veremos que están tan unidas. A Ida acaso la oprimen los muros del claustro y el hábito que lleva puesto de manera permanente; a Wanda, el alcohol y el vacío asfixiante en el que vive inmersa.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
La escena en la que Wanda se quita la vida arrojándose por la ventana, y la inmediata posterior presencia de Ida en ese mismo lugar, intentando encarnarse en su tía, escuchando las mismas melodías, enredándose en las cortinas y bebiendo de su alcohol, es de una contundencia conmovedora. La escena final, en la que la cámara acompaña los pasos frenéticos de una Ida que va corriendo a refugiarse a su prisión, es estremecedora.
Hermoso filme. De esas pequeñas obras de arte que uno agradece descubrir de tanto en tanto en el cine.
Hermoso filme. De esas pequeñas obras de arte que uno agradece descubrir de tanto en tanto en el cine.