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Voto de rober:
6

Voto de rober:
6
7.4
6,070
16 de marzo de 2014
16 de marzo de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Tierras lejanas” relata la historia de unos pioneros que se adentran en Alaska en busca de oro, y de cómo un pistolero de los de “oscuro pasado” persigue su propia fortuna mediante el comercio de ganado. La formación de una pequeña comunidad, a la que todos llegan movidos por el impulso de hacer dinero rápidamente, conllevará la necesidad de constituir una autoridad organizada para no caer en la anarquía, ni en la ley del más fuerte. La luminosidad de los planos y la blancura del paisaje determinan un escenario duro que condicionará el comportamiento de los personajes. En contra de lo que ocurre en muchos westerns convencionales de la época, ese ambiente tan hostil tiene un peso específico mayor que el de las escenas de acción.
Es cierto que el sentido del humor resulta facilón, y que la dicotomía reduccionista bien-mal, presentada ante un pistolero desarraigado, se antoja un planteamiento un poco manido. No obstante, merece destacarse cómo la película desarrolla un potente drama psicológico partiendo de esos tópicos. Mann entendió, ya en 1954, que el western podía llegar al gran público sin necesidad de muchos tiros, y que el protagonista no tiene por qué ser un héroe íntegro de bondad intachable. Sorprende ver a James Stewart encarnando a un tipo ambiguo y de ética discutible. También llama la atención que ninguna de las dos mujeres que se le disputan responda al perfil convencional de la heroína de peli del oeste. Con todo ello, “Tierras lejanas” se aleja del western tradicional como producto de entretenimiento, sin renunciar a los rasgos de libertad y romanticismo tan propios del género. Al final, el protagonista se verá obligado a intervenir y a elegir. Vivir es tomar partido.
Es cierto que el sentido del humor resulta facilón, y que la dicotomía reduccionista bien-mal, presentada ante un pistolero desarraigado, se antoja un planteamiento un poco manido. No obstante, merece destacarse cómo la película desarrolla un potente drama psicológico partiendo de esos tópicos. Mann entendió, ya en 1954, que el western podía llegar al gran público sin necesidad de muchos tiros, y que el protagonista no tiene por qué ser un héroe íntegro de bondad intachable. Sorprende ver a James Stewart encarnando a un tipo ambiguo y de ética discutible. También llama la atención que ninguna de las dos mujeres que se le disputan responda al perfil convencional de la heroína de peli del oeste. Con todo ello, “Tierras lejanas” se aleja del western tradicional como producto de entretenimiento, sin renunciar a los rasgos de libertad y romanticismo tan propios del género. Al final, el protagonista se verá obligado a intervenir y a elegir. Vivir es tomar partido.