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España España · Barcelona
Voto de rober:
7
Drama A finales de la Época Heian en el siglo XII, el gobernador de un pueblo es enviado al exilio. A pesar de que su familia quiere ir con él, ninguno podrá acompañarle, pues, engañados por una vieja que se hace pasar por sacerdotisa, son vendidos como esclavos por separado: la madre por un lado y los hijos por otro. (FILMAFFINITY)
20 de marzo de 2016
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El intendente Sansho” es una obra magna, épica, y sobre todo es la declaración de intenciones de todo un país en una época en que intentaba encontrarse a sí mismo y obtener un reconocimiento internacional. El revisionismo histórico del Japón medieval es fruto de la búsqueda de las raíces de un pueblo, una afirmación de la propia identidad. La historia de una familia aristócrata que se ve abocada a la esclavitud es la excusa de la que se vale Mizoguchi para la exaltación de valores perdurables: la familia, la religión, la caridad, la lealtad, la honestidad del gobernante... En suma, el director escarba en la tradición para relatar una historia con un componente ético y moral muy acentuado. Que esto se hiciese en Japón en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, y en una época en la que había una declarada vocación de abrirse al mundo, no puede extrañar a nadie. En la Italia postfascista los cineastas generaron una corriente como el Neorrealismo. En Japón, la propuesta de Mizoguchi nada tiene que ver con eso. Aunque hay un componente social importante en esta historia, las claves son muy distintas.

Con esta premisa, y la delicadeza estilística del director, la película está llena de grandes momentos. Me ha llamado la atención la sobriedad y contención con que se muestran escenas verdaderamente crueles y brutales (salvajes, diría yo). Pero, sobre todo, me quedo con el principio de la historia y con el emocionante final. El arranque y el desenlace se funden de una manera lógica y natural. La película relata los acontecimientos de una familia que vive el desarraigo y la humillación, pero que obtiene una salida no sólo sin perder la dignidad y el respeto por los demás, sino precisamente gracias a mantenerse fiel a esos ideales irrenunciables. Algunos momentos resultan chocantes en la mentalidad occidental actual, y no sé si en la fecha de su estreno podrían tener una mayor comprensión entre el público (la huida de los dos hermanos, cargando con una pobre vieja, y los sucesos siguientes, son de verdadero pasmo y no se entienden de ninguna manera). Si algo hubiera que reprochar a esta obra es su recargado tono ejemplarizante. En cualquier caso, “El intendente Sansho” (un gran título que hace referencia a un personaje secundario de poco protagonismo argumental, pero de gran peso específico y simbolismo en la historia) es una obra decisiva para poder entender la expansión e internacionalización del cine japonés de posguerra y para comprender mejor qué es el Japón y qué lugar ocupa en el mundo.
rober
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