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Voto de reporter:
9
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8.1
32,267
Intriga
Andrew Wyke (Laurence Olivier) es un prestigioso escritor de novelas de intriga. Además, su pasión por los juegos de ingenio y las adivinanzas lo ha llevado a convertir su gran mansión en una especie de museo, donde se exponen los juguetes y mecanismos más extravagantes. Una tarde, invita a su casa a Milo Tindle (Michael Caine), amante de su mujer y propietario de una cadena de salones de belleza, para proponerle un ingenioso plan del ... [+]
8 de octubre de 2007
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Basada en la obra teatral homónima de Anthony Shaffer, ‘La huella’ trata sobre un encuentro sin igual. El peluquero Milo Tindle (Michael Caine) está enamorado y es correspondido por la mujer de Andrew Wyke (Laurence Olivier), un adinerado escritor de novelas de intriga. Ambos se dan cita en la fastuosa mansión del segundo, para tratar el tema en cuestión. Contrariamente a lo que cabía esperar, la relación entre ellos parece ser del todo cordial, incluso Wyke propone a su nuevo “colega” un plan para solucionar su nueva vida en pareja.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Nada más lejos de la realidad, pues lo que el escritor ha preparado en verdad es un retorcido juego que busca la completa humillación ajena, y que traerá consigo una intrincada trama de engaños y suspense.
Cuando se cuenta con Laurence Olivier y Michael Caine en el reparto, la calidad en las interpretaciones está más que asegurada. La principal baza de ‘La huella’ es, como no podía ser de otra forma, ver el inigualable duelo de estos dos monstruos de la actuación, que a lo largo de más de dos intensas horas de metraje no bajan nunca la intensidad. Siguen un desarrollo paralelo a la trama: al principio con una formidable tensión contenida disfrazada de humor y falsa cortesía ; y finalmente encarnando cada uno a la perfección la máxima expresión de la venganza.
Como ya se ha podido intuir, el filme conserva el espíritu teatral del original, dividiendo la acción en dos marcados actos. En el primero se da una curada presentación de los personajes y del conflicto, además de mostrar ya alguno de los muchos y soberbios giros argumentales de la cinta. En el segundo es cuando se ve la verdadera cara tanto de Milo como de Andrew, dos seres extremadamente calculadores que no ponen ningún reparo a seguir adelante con sus respectivos planes hasta llegar al fin deseado (la destrucción del otro). Es un conjunto que atrapa por lo apasionadamente imprevisible que acaba convirtiéndose la historia.
Mankiewicz aporta su maestría y sabe aprovechar muy bien elementos que a simple vista parecen irrelevantes (genial la manera como convierte a los autómatas que pueblan la mansión, en narradores externos de la acción). Así pues tenemos todos los elementos para construir un auténtico clásico, una obra maestra. Y precisamente esto es lo que finalmente obtenemos.
Cuando se cuenta con Laurence Olivier y Michael Caine en el reparto, la calidad en las interpretaciones está más que asegurada. La principal baza de ‘La huella’ es, como no podía ser de otra forma, ver el inigualable duelo de estos dos monstruos de la actuación, que a lo largo de más de dos intensas horas de metraje no bajan nunca la intensidad. Siguen un desarrollo paralelo a la trama: al principio con una formidable tensión contenida disfrazada de humor y falsa cortesía ; y finalmente encarnando cada uno a la perfección la máxima expresión de la venganza.
Como ya se ha podido intuir, el filme conserva el espíritu teatral del original, dividiendo la acción en dos marcados actos. En el primero se da una curada presentación de los personajes y del conflicto, además de mostrar ya alguno de los muchos y soberbios giros argumentales de la cinta. En el segundo es cuando se ve la verdadera cara tanto de Milo como de Andrew, dos seres extremadamente calculadores que no ponen ningún reparo a seguir adelante con sus respectivos planes hasta llegar al fin deseado (la destrucción del otro). Es un conjunto que atrapa por lo apasionadamente imprevisible que acaba convirtiéndose la historia.
Mankiewicz aporta su maestría y sabe aprovechar muy bien elementos que a simple vista parecen irrelevantes (genial la manera como convierte a los autómatas que pueblan la mansión, en narradores externos de la acción). Así pues tenemos todos los elementos para construir un auténtico clásico, una obra maestra. Y precisamente esto es lo que finalmente obtenemos.