Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Voto de reporter:
3
Comedia Un manager musical (Murray) viaja junto a su último cliente hasta Afganistán para una serie de conciertos. Pero una vez allí se quedará tirado, solo, y sin dinero, pasaporte o transporte para volver a casa. No obstante, y cuando peor se le estaban poniendo las cosas, conoce a una joven con una voz portentosa, lo que le animará a viajar hasta Kabul para intentar presentarla a The Afghan Star, la versión local del conocido programa de ... [+]
4 de marzo de 2016
6 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
A estas alturas, el calentón no se va ni frotando... ni falta que hace, porque en pocos minutos vas a descargar (que ya toca), y la sangre dejará de acumularse ahí abajo (ídem). Estás en ese punto vital en el que para follar, admitámoslo, tienes que pagar. Es esto o recurrir a una agenda de viejos contactos que... eso mismo, está ya muy vieja. Que tenemos una edad, vale, pero también dignidad... ¿no? ¿No? Total, que toca apoquinar, y como dijo el genio, ''lo que sobre, pal' taxi''. Además, tu instinto y pillería te han conseguido una de esas ofertas que no se pueden rechazar. Resulta que en un tugurio de mala muerte, ha aparecido, como de la nada, la hembra más hermosa que has visto en muchísimo tiempo. Y tú que ya habías entrado ahí con el calentón de marras. Esto era el destino. Te miró, la miraste, te ignoró, pero tú a ella no. Ésta no se iba a escapar. Le diste al viejo pico-y-pala; a lo de comerle la oreja, hasta que, por pura saturación, cedieron las defensas. Era cuestión de tiempo; de llegar a un mutuo entendimiento. Tú querías echar un clavo y ella quería cobrar. Total, que quedasteis en que ella se bajaría las bragas a cambio de tu reloj edición limitada flik flak. Win-win.

De modo que sales del antro... para meterte en otro. Oiga, que tampoco vamos a andarnos con demasiadas exigencias, que como se ha dicho, la causa bien lo vale. Aquí hemos venido a mojar; cualquier queja que pueda uno hacer, es pura mariconada. Y vas. Y giras la esquina, y esquivas a una banda armada, y a otra, y el mástil sigue erigido, y el reloj en su puesto, y ya falta menos... y menos... y menos aún. Hasta que llegas al sitio acordado, una caravana que enciende todas las alarmas de tu instinto de supervivencia. Aquí, en condiciones normales, no entrarías ni con el traje aquel anti-infecciones de Dustin Hoffman en 'Estallido'... pero es que hay hambre. Mucha. Ya habrá tiempo luego para preocuparse por las venéreas. Ahora toca santiguarse. Una, dos y tres veces. Respirar hondo y que sea lo que el Santo Nabo quiera. Apoyas la mano en la puerta y empujas. Sin llamar, que ya te esperan. ¿Pero quién? Este es... ¿Bill Murray? Espera, ¿qué es esto? ¿Qué cojones está pasando aquí? ¿Dónde está la tía? ¿Qué diablos hace Bill Murray en su lugar? Pero vamos a ver... el tío tiene atados brazos y piernas a cada extremo de la cama... y lleva una peluca rubia de bote... y está maquillado como una furcia barata. Vale, ¿esto qué coño es?

Silencio en la sala, roto al final por las risas de esa dignidad que, efectivamente, se escapa. Estás acabado. Así lo atestigua la cara de tonto que se te ha quedado; que no se va ni con lejía, y que ahora mismo sólo te deja articular la más patética de las quejas: ''Pero-pero... esto no es lo que se me habían prometido'' Ya, bueno, pues es lo que hay. La escena, que está prestada de 'Rock the Kasbah', explica, precisamente, lo que le pasa a la propia película. En el mejor de los casos, la broma, por así llamarla, se salda en una decepción sangrante que, como no podía ser de otra manera, se desangra. A lo largo de cien interminables minutos en los que las fronteras de la incorreción política se saltan a la torera para hundirnos en los violentísimos territorios de lo desafortunado. La mala leche, cortadísima, tiene un mal gusto que espanta. ''Pero-pero... esto no es lo que se nos había prometido'' ¿No habíamos venido aquí a follar? ¿No? ¿Ni a reírnos? Pues no. Ni esto. Se jodió el trato... hay que joderse.

Veamos, ¿qué ha fallado? O para terminar antes, ¿qué no lo ha hecho? Pasapalabra. Más silencio, y ahora sí, la seguridad de que ahí va otra temprana (y solidísima) candidata a peor película de la temporada. Cosas de jugar tan descerebradamente con material de potencial tan ofensivo. Para entendernos, lo nuevo de Barry Levinson (que no es un novato, precisamente; que ya debería saber mejor lo que se hace) gira entorno a una única idea: Afganistán, aparte de ser un Estado fallido (patrocinado por los Estados Unidos, no lo olvidemos), es también un chiste. Con todas las dimensiones que implica dicho calificativo. Dicho de otra manera, nada más empezar, y si queremos seguir por el camino propuesto, ya nos toca saltar alguna que otra barrera moral. Entonces, ¿de qué podemos reírnos? De todo. Faltaría más. Pero por el amor de Allah, siempre con un mínimo de fundamento. Por ejemplo, y sin alejarnos demasiado de las latitudes en las que ahora nos encontramos, tanto Armando Ianucci como Christopher Norris demostraron con 'In the Loop' y 'Four Lions' respectivamente que nos podíamos reír a gustísimo tanto con las chapuzas bélicas yankees como con el terrorismo islámico. Y sí, por supuesto que en un primer momento tuvimos que carraspear, pero la incomodidad se superó rápidamente al darnos cuenta que la carcajada era empleada a modo de híper-efectiva y sanísima arma de denuncia.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
reporter
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
arrow