La dirección de David Fincher en el inicio, durante los primeros capítulos, se deja notar. Enérgica, resolutiva con un Kevin Spacey manejando con soltura los engranajes de una gran intriga. Robin Wright, ejecuta con fluidez su cometido, como esposa, al mantenerse siempre a la altura del congresista, aunque en un segundo plano, pero jamás como un florero de hall.

Debemos estar muy atentos para exprimir todo su jugo, que es mucho y de calidad. Los giros y las especulaciones confabuladoras son magistrales. Me la recomendaron... o más bien me hablaron bien de ella, dejando que decidiese si verla o prescindir. Pero la sugerencia encubierta, funcionó.