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7.2
168,280
Ciencia ficción. Aventuras. Bélico. Acción. Fantástico. Romance
Año 2154. Jake Sully (Sam Worthington), un ex-marine condenado a vivir en una silla de ruedas, sigue siendo, a pesar de ello, un auténtico guerrero. Precisamente por ello ha sido designado para ir a Pandora, donde algunas empresas están extrayendo un mineral extraño que podría resolver la crisis energética de la Tierra. Para contrarrestar la toxicidad de la atmósfera de Pandora, se ha creado el programa Avatar, gracias al cual los seres ... [+]
24 de agosto de 2010
24 de agosto de 2010
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo peor que se me ocurre comentar sobre Avatar es que al salir del cine hacía frío y estaba nublado. Esto dicho así puede parecer bastante absurdo, pero no lo es tanto si pensamos en el contraste de pisar la calle en esas condiciones, y recordar la apabullante orgía de colores, sensaciones y efectos visuales que hemos vivido las dos horas y media anteriores. Resulta cruel y debería avisarse en los títulos finales. Claro que, entonces, quizá habría que quitar el nombre de alguno de los tres mil millones de técnicos acreditados, y eso no sería justo; pues, parafraseando a Churchill, “nunca tantos debieron tanto a tantos”.
Con toda esta divagación vengo decir que el film más caro de la historia -por ahora- satisface las tremendas expectativas creadas, y acaba resultando una experiencia, si no religiosa, sí al menos gozosa y reconciliadora con las películas como vehículos de entretenimiento. En efecto, la magia del cine o como quiera que se le llame a eso, se produce con creces en Avatar, el espectacular regreso de James Cameron tras aquella cintita del barco, que vista hoy por comparación, parece de arte y ensayo.
Avatar se asienta en una historia que no necesita ser original porque nos habla de esquemas clásicos -el héroe que se redime y encabeza una revolución-, y que dentro de su aparente simplicidad esconde multitud de referencias. Si pensamos en el plano cinematográfico, remite a films como El mago de Oz, Pocahontas, Matrix, Bailando con Na´v… digo… con lobos, El gran combate, Distrito 9 o la propia Aliens -con la presencia de Sigourney Weaver y el arma-exo esqueleto blindado-. A nivel biológico, la película defiende una postura profundamente ecologista y rayana en la teoría Gaia; y como metáfora histórica, supone una denuncia tanto de la colonización americana de Norte a Sur -con el expolio a los indios-, como a las ansias militaristas de USA pretéritas -Vietnam-, presentes -Irak, Afganistán-, o -por desgracia- futuras.
Probablemente la única pega que se le pueda poner al film de Cameron sea la de su mayor virtud: el hecho de que sus efectos especiales rayen a tamaña altura, puesto que así, y una vez en harina, acabamos aceptando con toda naturalidad a humanoides azules de tres metros y ojos gatunos, como si nos los fuéramos a encontrar luego en el metro. Y es que sus increíbles avances en la captura de movimiento generada por ordenador suponen un salto evolutivo de primer orden y hacen soñar con un mundo lleno de posibilidades. Como la de contemplar, dentro de poco, a Bogart y Marilyn juntos en una película, o a Heath Ledger volviendo a ser el Joker en nuevos Batman por venir. Casi nada.
Con toda esta divagación vengo decir que el film más caro de la historia -por ahora- satisface las tremendas expectativas creadas, y acaba resultando una experiencia, si no religiosa, sí al menos gozosa y reconciliadora con las películas como vehículos de entretenimiento. En efecto, la magia del cine o como quiera que se le llame a eso, se produce con creces en Avatar, el espectacular regreso de James Cameron tras aquella cintita del barco, que vista hoy por comparación, parece de arte y ensayo.
Avatar se asienta en una historia que no necesita ser original porque nos habla de esquemas clásicos -el héroe que se redime y encabeza una revolución-, y que dentro de su aparente simplicidad esconde multitud de referencias. Si pensamos en el plano cinematográfico, remite a films como El mago de Oz, Pocahontas, Matrix, Bailando con Na´v… digo… con lobos, El gran combate, Distrito 9 o la propia Aliens -con la presencia de Sigourney Weaver y el arma-exo esqueleto blindado-. A nivel biológico, la película defiende una postura profundamente ecologista y rayana en la teoría Gaia; y como metáfora histórica, supone una denuncia tanto de la colonización americana de Norte a Sur -con el expolio a los indios-, como a las ansias militaristas de USA pretéritas -Vietnam-, presentes -Irak, Afganistán-, o -por desgracia- futuras.
Probablemente la única pega que se le pueda poner al film de Cameron sea la de su mayor virtud: el hecho de que sus efectos especiales rayen a tamaña altura, puesto que así, y una vez en harina, acabamos aceptando con toda naturalidad a humanoides azules de tres metros y ojos gatunos, como si nos los fuéramos a encontrar luego en el metro. Y es que sus increíbles avances en la captura de movimiento generada por ordenador suponen un salto evolutivo de primer orden y hacen soñar con un mundo lleno de posibilidades. Como la de contemplar, dentro de poco, a Bogart y Marilyn juntos en una película, o a Heath Ledger volviendo a ser el Joker en nuevos Batman por venir. Casi nada.