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México México · Guadalajara, Jalisco
Voto de Sergio Espinoza:
8
Western En Texas, dos años antes de estallar la Guerra Civil Americana, King Schultz (Christoph Waltz), un cazarrecompensas alemán que sigue la pista a unos asesinos para cobrar por sus cabezas, le promete al esclavo negro Django (Jamie Foxx) dejarlo en libertad si le ayuda a atraparlos. Él acepta, pues luego quiere ir a buscar a su esposa Broomhilda (Kerry Washington), esclava en una plantación del terrateniente Calvin Candie (Leonardo DiCaprio). (FILMAFFINITY) [+]
27 de enero de 2013
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Cuando se acomete el visionado de un filme de Quentin Tarantino se debe tomar en cuenta dos cosas: que muy probablemente lo que veamos en pantalla no sea lo más plausible (lo cual no tendría nada de malo tratándose de una ficción grabada) y segundo, que su collage de citas y referencias a una amplia gama de elementos de la cultura universal y cinéfilo-cinematográfica puede comerse en determinados momentos la sustancia de su propuesta narrativa (sobretodo cuando asistimos a sus excesos).

Dicho lo anterior, podría resultar fácil encasillar su última película, "Django Unchained" como una más de sus excentricidades y locuras. Pero Tarantino merece más análisis. Concediendo a sus críticos que sus excesos ponen en riesgo la calidad total de su obra (después de Pulp Fiction no ha habido un sólo film en el que el californiano no rompa la maestría absoluta con la que conduce sus historias), es interesante observar el papel de este autor como un artesano de primer nivel y lo que para mí tiene mayor importancia: su función como revitalizador de la idea de contar historias por el simple hecho de contarlas. ¿A qué me refiero por esto? Existe un paradigma muy popular entre cierto sector de la crítica especializada y conocedora que apoya la moción de un cine que trascienda el plano meramente narrativo y que desespera fácilmente con aquellas películas que aparentemente tienen poco qué decir (reivindica al cine como un espacio para el arte y la filosofía, pero no para el llano entretenimiento). Pero, ¿qué determina qué tanto o qué tan poco se quiere decir? Comúnmente suele referirse a Tarantino como un tipo que en realidad tiene muy poco que contar y que, en virtud de estas carencias de fondo, atiborra sus cintas de efectismos visuales, ingeniosa verborrea y eclecticismo estético.

Lo anterior en cierta manera es cierto, pero que Tarantino tiene poco qué decir es por decir lo menos, una inmensa mentira. "Django Unchained", a pesar de ser un producto de entretenimiento del más alto nivel, es una potente diatriba contra la estupidez humana, encarnada en este caso por el racismo. Si ya en "Inglorious Basterds" se ponía en la balanza el poder destructor de la ideología política devenida en violencia (nazismo) contra el poder curador y restaurador del arte (el cine en este caso, que además le da una revancha sui géneris al pueblo judío aniquilado por el Tercer Reich), en "Django", de una estructura muy similar a su antecesora, por cierto, se tiende una aguda, ingeniosísima (e innecesariamente larga, hay que decirlo también) y fluida anteposición de valores y anti-valores de la cultura occidental. Dividida en tres partes muy distinguibles, se cita al western de Ford, Leone y Eastwood y al splatter gore de Chan Wook-park y los coreanos de la última ola para mostrar una historia de rescate y venganza, una peculiar buddy-movie que une a dos cazarecompensas en medio de la era más racista del medio oeste americano. Con un estilo visual colmado de referencias al spaghetti western (vamos, se da el lujo de incorporar a Franco Nero, el "Django" original de la cinta de Sergio Corbucci, y sostiene una hilarante escena con el Django de Tarantino), y una brillante puesta en escena en la que sobresalen la ambientación y fotografía, Tarantino se da rienda suelta para filmar planos bellísimos y cuadros exultantes (los campos de algodón manchados de sangre son una bella alegoría para 200 años de esclavismo). Si bien Jamie Foxx aparece un poco plano y desangelado, Christoph Waltz, grandísimo actor, se roba la pantalla desde la secuencia inicial. A cargo de él corre la verborrea más proteica del filme, una sucesión de diálogos sin desperdicio donde se cuela el talento de Tarantino para los textos y a través de los cuales se asienta el humor del filme (para mí, la película más divertida del universo "tarantiniano").

El esclavismo y la disociación del mundo de blancos y negros es retratada también desde el punto de vista del humor. Empresa monumental, además, porque el tema no está para bromas. Pero los vehículos para el humor son claros desde el inicio y para ello son vitales los personajes, si en "Basterds" Waltz jugaba el papel de un despiadado coronel nazi, en "Django", también de origen alemán, es instituido como el blanco civilizado que es una entidad intelectual superior al blanco americano, más palurdo. El dueño de la plantación donde se comete el asesinato de los hermanos Brittle es también un estupendo instrumento de la fina ironía que rodea al guión, y la escena del ataque de los encapuchados (una suerte de preludio del Ku Klux Klan) es simplemente magistral.

La tercera parte de la película entra en un atolladero del que por momentos alcanza a salir bien librada, las menos de las veces. Lamentable porque es el clímax de la cinta, y la trama introduce a dos personajes interesantísmos, el junior terrateniente Calvin Candie, interpretado por DiCaprio y un particularmente divertido y explayado Samuel L. Jackson en la piel del fiel sirviente de Monsieur Candie, pero el exceso de metraje, las redundancias y los sin sentidos comienzan a aparecer para ponerle algunas manchas al conjunto del filme. Leí el otro día en alguna reseña de Luis Alberto Reséndiz, quien afirmaba que "Cada filme determina, cuando comienza, sus propias reglas de interpretación: las leyes que regirán ese pequeño universo de ficción que llamamos “película”. Estas reglas, idealmente, deberían de cumplirse durante el resto de la cinta. Contrariar esta ley no escrita puede jugar en contra de cualquier director". Y los últimos minutos juegan en contra de Tarantino.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Sergio Espinoza
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