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Voto de José Miguel:
3
Romance. Drama. Comedia Holly Golightly es una bella joven neoyorquina que, aparentemente, lleva una vida fácil y alegre. Tiene un comportamiento bastante extravagante, por ejemplo, desayunar contemplando el escaparate de la lujosa joyería Tiffanys. Un día se muda a su mismo edificio Paul Varjak, un escritor que, mientras espera un éxito que nunca llega, vive a costa de una mujer madura. (FILMAFFINITY)
20 de septiembre de 2021
1 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta mañana tenía una cita con Lulamae Golightly alias Holly y Paul Varjak rebautizado como Fred. fue un desayuno mas bien soso y empalagoso, demasiado pastelón y como no podría ser de otra manera hasta comimos perdices.
Previsible esta entrega de Blake Edwards típica en su forma de hacer cine, con la fiesta de viejunos desparramando que no podría faltar en sus películas.
Me causa desasosiego más que comicidad la banalización de algo tan sórdido e indigno del ser humano como es la prostitución. De "chica de compañía" y "prostituta" calificaba el propio Blake Edwards a nuestra protagonista que como en Pretty Woman nos presentan a estas mujeres como cenicientas de cuento de hadas, fuera de la realidad de un mundo implacable de mafias y esclavitud.
El hierático George Peppard, a pesar de confesar su director que no contaría con él si pudiera volver atrás, cumple con su papel de guapo con excelente percha, ¡qué bien le sientan los trajes!, y si al vestuario nos referimos que modelo de mala a lo Cruella de Vil nos luce Patricia Neal de cuello subido y casquete en la cabeza, impresionante la caracterización para subrayarnos que ella es el mal frente a los modelos sofisticados, juveniles e inocentes que firmó Givenchy para A. Hepburn, aunque lucen más en su escurrido cuerpo los de andar por casa como la falda y blusa que lleva cuando consulta libros en la biblioteca y sobre todo el pantalón, mocasín y suéter de cuello alto pero no ajustado con los que resplandece en esa caótica cena con su ex hacia el final de la película.
A no perderse al paciente dependiente de Tiffany´s tratando de orientar una compra de escaso presupuesto a nuestra pareja; una de esas actuaciones de secundario absolutas.
El paso del tiempo sobre este sobrevalorado desayuno, para ser benévolos, levanta más nostalgia de unos felices sesenta que prometían, aunque todavía anclados estéticamente y moralmente en los cincuenta y principalmente la melodía eterna y evocadora de moon river que en el arranque del filme siempre me ha humedecido los ojos.
José Miguel
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