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Voto de Andrés Vélez Cuervo:
6
Comedia Charlot, su esposa y sus dos hijos deciden tomarse un día de paseo en su Ford T. En el camino además se embarcarán un pequeño viaje en bote, durante el cual Charlot se verá en medio de problemas e imprevistos. (FILMAFFINITY)
9 de septiembre de 2015
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sobra decir que Charles Chaplin era un genio, pero no es a eso a lo que me interesa referirme para hablar de A Day’s Pleasure. Y no me interesa aventurarme por ese camino porque esta es una película en la que, si bien la capacidad cómica de Chaplin es notable, sin duda alguna resulta ser una producción menor dentro de su filmografía. Es más, este mediometraje nació en sí mismo como una producción menor, ya que fue pensada y producida, se cuenta, como un producto de relleno para tapar el hueco de demanda que había por una nueva película suya mientras terminaba una de sus obras más importantes, The Kid (1923).
¿Que por qué es una película menor?
Principalmente porque, a diferencia de las grandes obras de Chaplin como The Gold Rush (1925), The Great Dictator (1940), City Lights (1931), Monsieur Verdoux (1947) o Modern Times (1936), por nombrar las más conocidas, aquí hay una clara ausencia de un aparato discursivo como eje de la obra. Ese humanismo tan propio del cine del director inglés y esa tendencia a la formulación casi moralizante y pedagógica que funciona como andamiaje al que recubre de humor y genialidad argumental y visual, aquí sencillamente no están presentes. A Day’s Pleasure es exactamente lo que su nombre promete, un pequeño divertimento. Esta es una película hecha para la intrascendencia y la ligereza, pero no se me tome a mal, yo no veo pecado alguno en ello. Esto no hace, de manera alguna, que carezca de interés.
Hay algo notable en esta producción y es la sorprendente capacidad que se demuestra en ella para enlazar los gags a través de un sistema de causalidad. Cuando vemos un slapstick, incluso sucede con muchos de los realizados por Chaplin, con lo que nos encontramos es con una base argumental que funciona como un árbol de navidad al que se le van sumando chistes, maromas y ocurrencias físicas, pero aquí las cosas funcionan de manera diferente. Chaplin articula el sistema cómico de gags mediante una lógica de causalidad, de tal manera que uno lleva a otro y ese a uno más (y así sucesivamente) como un engranaje, lo que confiere a la película un ritmo único. Así, por ejemplo, en esa fabulosa secuencia que inicia con Charlot y su familia, a bordo de su Ford, intentando cruzar una calle, la detención lleva al choque, el choque lleva al reguero de brea, el reguero de brea lleva a la apertura de la alcantarilla a la que terminará cayendo el policía (y solo nombro unos pocos elementos de la secuencia para dar una idea).
En fin, esta es una pequeña gozadita que merece la pena ver para echarse unas risas y recibir una cátedra de cómo hacer humor físico de la mano de uno de los grandes maestros.
Andrés Vélez Cuervo
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