La intención es buena pero se queda en intención. Un buen actor como Paco Rabal resulta desperdiciado.Hay escenas prometedoras pero lo que hubiera podido ser un esperpento felliniano, se queda finalmente en que no hay nada salvable en toda la película, ni que tenga la más mínima gracia. La desordenada, caótica e inconexa dirección no es disculpable ni con la excusa del subrealismo. Es una lástima porque el argumento daba de sí. Le falta destreza a la puesta en escena, completamente falta de dinámica y de atractivo. Es un querer y no saber. El fiasco es absoluto. Si el film se ve en horas de siesta, la somnolencia está asegurada.