Francis Ford Coppola logró lo que parecía en un inicio imposible, consiguió que la segunda parte de The Godfather estuviera en un nivel igual (incluso para algunos superior) que la primera parte, y eso aunque se dice fácil, era una labor complicada a sabiendas de lo que se hizo en la primera película.

En esta segunda parte, se nos va mostrando como Michael Corleone, convertido en “El Padrino”, busca la forma de mantener los negocios de la familia a flote, a pesar de un atentado que sufre en su propia casa y de las investigaciones que realizan a su persona al verlo como un mafioso.

Paralelamente, se cuenta los inicios de su padre Vito Corleone, la mala fortuna de sus abuelos, su viaje a los Estados Unidos y ahí, poco a poco se va mostrando cómo se va ganando el respeto de las personas a su alrededor, lo que por ende trae, su ascenso al poder. Destacar que los saltos en el tiempo que hace Coppola son sutiles y hermosos.

En ningún momento se pierde el sentido de lo que se está mostrando, nuevamente el director consigue un film espectacular en todos los aspectos, en la ambientación, las actuaciones (todos sobresalen, pero de admirar la labor de De Niro), el trabajo de fotografía, evidentemente la dirección y todo encuadrado en un montaje perfecto. Sin duda alguna se está ante una obra imprescindible.