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Voto de Perséfone:
7
Drama Fernando Robles (Federico Luppi) es porteño, ya ha cumplido los sesenta y es profesor de literatura en la universidad. Enseña a enseñar. Lleva toda la vida casado con Liliana Rovira (Mercedes Sampietro), española, hija de catalanes, que trabaja como asistente social en barrios marginales de Buenos Aires. Se quieren, se respetan, son leales. Nunca se aburren estando juntos, les gusta estar solos. Se conocen profundamente, se aceptan, se ... [+]
3 de enero de 2012
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lugares comunes demuestra que los padres son más revolucionarios y progresistas que los hijos, que han sido tragados por el sistema capitalista e identifican vida buena con bienes materiales. Sólo por reflejar esta idea muy cierta en ciertos hogares izquierdistas merece buena nota. Sin embargo esa idea choca también con la idea de los padres de que sus hijos estén acomodados y vivan bien. Y esa es la tensión que creo que está muy bien expresada. El antagonismo entre ideología y paternidad.
Por otra parte, me parece que el papel de la mujer, encarnado en Sampietro, resulta bastante desfavorecido y estereotipado, ya que se dedica a sustentar a su marido y tratarlo como si fuera su madre, lo que resulta bastante increíble y la coloca en el típico papel subsidiario del marido, que es el que escribe, el que habla bien y en definitiva el que vale. Ella habla muy poco, siempre tiene una taza caliente para él, hace las tareas del hogar y lo mima como a un bebé y en definitiva no parece una intelectual, sino más bien su madre o su criada. A pesar de ello o por ello, la pareja es feliz, ya que cada uno adopta el papel tradicional de género propio de las sociedades machistas. Papel que a esta actriz tan buena se le queda pequeño y parece que de un momento a otro va a imponer su carácter, pero resulta que no lo tiene. Sin embargo, la mujer joven pareja del amigo de Luppi, discute lo que dice este y también el otro, con lo que debemos pensar que las mujeres más jóvenes que Sampietro no son tan sumisas y sí más intelectuales.
Por último, la vuelta a la naturaleza simbolizada en la chacra, supone la muerte para Luppi, quien contrae una neumonía por ese aire tan fresco y tan puro. Pero en uno de sus interesantes monólogos afirma que la vida y la muerte no son consecutivas, sino simultáneas, ya que se ha muerto muchas veces, por lo que la muerte no debe pillarnos por sorpresa. Afirmación muy original que el director lleva a sus últimas consecuencias cuando asistimos al duelo de su mujer, el cual no parece muy profundo.
Perséfone
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