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2.2
310
Acción. Thriller. Comedia
Plauto, el payaso, nos cuenta la historia del Circo de las Alegrías. Doña Alegría, dueña del Circo esta empeñada en que su hijo Palevhi, mantenga la línea clásica del espectáculo, que suplica una renovación completa. Durante los últimos años, el Circo se ha ido arrastrando como un moribundo hasta que la amenaza de quiebra y desempleo ha llevado a sus trabajadores a la angustia. Una noche de septiembre, Palevhi decide comunicar a la gran ... [+]
25 de octubre de 2020
25 de octubre de 2020
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Coto Matamoros lo sigo con gusto; esto quiere decir que no soy un curioso que decide pegarse al culo de alguien para reírme o catar su tufo; no disfruto con lo que no disfruto y aquello a lo que me acerco es directamente amigo o cuasi amigo de mi concepción de las cosas.
Lo que vengo a decir es que no veo esta película como una frikada, como dicen muchos, ni tampoco desmerezco la labor de guión, y mucho menos de dirección. Me parece bien defendida técnicamente, no imagino una gran inversión en materia de producción y que a nadie le quepa duda que si no ha tenido más repercusión es porque, con total seguridad y desconocimiento del tema, supongo que tampoco habrán tenido mucho para distribuirla.
Bueno, dejando a un lado estas disquisiciones, Plauto es un guiño continuado de Coto a sí mismo; son opiniones circulares: sigue metiéndose con los mismos personajes de actualidad de siempre, demostrando su cariño hacia los clásicos del teatro griego, su devoción por Scorsese y la cultura anglosajona.
En definitiva, para no alargarme, Plauto es Coto Matamoros diciendo con voces y rostros diferentes, lo mismo que dijo en sus entrevistas con Jesús Quintero, en su programa Discapacidad Total, en sus intervenciones en las gacetas informativas, e incluso en su genial intervención en Tele Monegall. Es la pretensión vulgar y decorativa de alargar las referencias y mostrar esquemáticamente sus orígenes estéticos: citar a Pessoa, poner a los Doors, llamar Plauto a su payaso, caer en el suicidio como recurso narrativo, cargarse de un tiro a la cabeza a Leonardo Dantés, seguir hablando de farlopa, de personajes de 'su' actualidad e imitar en recursos narrativos los mismos detalles que Scorsese adhiere a Goodfellas o gran parte de sus películas (que el Mr Marshall tampoco es que se corte a la hora de repetirse): narración en off de los personajes desde distintos puntos de vista, ascenso y caída en el mundo de la droga, luz plástica y artificial que nace de las máquinas, la facilidad para acatar la muerte y los repartos corales; con la diferencia de que su DeNiro aquí es el Dioni, que lo peta a falta de alguna mejora en la dicción, aunque peor lo hace José Carabias a quien se le presume tener cualidades de actor.
Dejemos a un lado todo esto, o no, Plauto merece ser vista y no dudo que aquellos incondicionales de Coto, que no es mi caso aunque reitero que me cae bien y comparto buena parte de sus opiniones sociales, encontrarán el regusto de algo que no cambia que es la personalidad del que se cree bárbaro y se sabe bárbaro.
Plauto es un triunfo mundano lo cual no es poca cosa.
Lo que vengo a decir es que no veo esta película como una frikada, como dicen muchos, ni tampoco desmerezco la labor de guión, y mucho menos de dirección. Me parece bien defendida técnicamente, no imagino una gran inversión en materia de producción y que a nadie le quepa duda que si no ha tenido más repercusión es porque, con total seguridad y desconocimiento del tema, supongo que tampoco habrán tenido mucho para distribuirla.
Bueno, dejando a un lado estas disquisiciones, Plauto es un guiño continuado de Coto a sí mismo; son opiniones circulares: sigue metiéndose con los mismos personajes de actualidad de siempre, demostrando su cariño hacia los clásicos del teatro griego, su devoción por Scorsese y la cultura anglosajona.
En definitiva, para no alargarme, Plauto es Coto Matamoros diciendo con voces y rostros diferentes, lo mismo que dijo en sus entrevistas con Jesús Quintero, en su programa Discapacidad Total, en sus intervenciones en las gacetas informativas, e incluso en su genial intervención en Tele Monegall. Es la pretensión vulgar y decorativa de alargar las referencias y mostrar esquemáticamente sus orígenes estéticos: citar a Pessoa, poner a los Doors, llamar Plauto a su payaso, caer en el suicidio como recurso narrativo, cargarse de un tiro a la cabeza a Leonardo Dantés, seguir hablando de farlopa, de personajes de 'su' actualidad e imitar en recursos narrativos los mismos detalles que Scorsese adhiere a Goodfellas o gran parte de sus películas (que el Mr Marshall tampoco es que se corte a la hora de repetirse): narración en off de los personajes desde distintos puntos de vista, ascenso y caída en el mundo de la droga, luz plástica y artificial que nace de las máquinas, la facilidad para acatar la muerte y los repartos corales; con la diferencia de que su DeNiro aquí es el Dioni, que lo peta a falta de alguna mejora en la dicción, aunque peor lo hace José Carabias a quien se le presume tener cualidades de actor.
Dejemos a un lado todo esto, o no, Plauto merece ser vista y no dudo que aquellos incondicionales de Coto, que no es mi caso aunque reitero que me cae bien y comparto buena parte de sus opiniones sociales, encontrarán el regusto de algo que no cambia que es la personalidad del que se cree bárbaro y se sabe bárbaro.
Plauto es un triunfo mundano lo cual no es poca cosa.