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Voto de Juan Ignacio :
8
Drama "Amarás a Dios sobre todas las cosas". Después de haberse separado de su mujer, un profesor universitario vive con su hijo Pavel al que procura transmitir su racionalidad y ateísmo. También le ha parecido conveniente enseñarle a usar el ordenador. Primero de los diez mediometrajes realizados por el director Krzysztof Kieslowski y el guionista Krzysztof Piesiewicz. Primera parte del "Decálogo", que se inspira en cada uno de los Diez Mandamientos. (FILMAFFINITY) [+]
23 de noviembre de 2019
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Krzysztof vive en Varsovia junto a su hijo Pawel, de unos 10 años, después de haberse divorciado; su mujer reside en otro continente. Catedrático de universidad, lingüista y agnóstico, Krzysztof es un entusiasta de la ciencia, incluso en su casa, siempre utilizando aplicaciones matemáticas en su ordenador. Ese amor por el conocimiento científico se lo inculca a su hijo, un niño superdotado. Pawel, al igual que cualquier chico de su edad, se hace preguntas trascendentes, como cuando se encuentra con el cadáver de un perro; su padre le responde tan cariñosa como fríamente, según su racionalismo científico, lo que no disipa la inquietud del muchacho, que se siente más satisfecho con las respuestas que obtiene por parte de su tía Irene, hermana de su padre, firme creyente católica. Krzysztof no se opone a que su hijo acuda a clases de religión cuando su hermana se lo pide dado el interés del pequeño motivado por las respuestas de su tía.

Hace unos días la Filmoteca Nacional, en su sede de Madrid, ha programado el 'Decálogo' de Krzysztof Kieslowski, por dicho motivo ha acudido a la capital española Krzysztof Piesiewicz, coguionista junto al director polaco de toda la obra cinematográfica de éste desde el largometraje 'Sin fin'. En una entrevista en un diario, Piesiewicz comentaba que el cine de Kiesloswki ha sido siempre sobreanalizado, cuando, según Piesiewicz, ellos escribían historias mucho más comunes, pegadas a la tierra, que lo que luego se decía de ellas. Ello, y el hecho de que ya hacía bastante tiempo que no veía ninguno de los capítulos del citado 'Decálogo', me han motivado a verlo de nuevo comenzando desde el principio.

Krzisztof Kieslowski trató de mantener al margen de la opinión pública, y lo consiguió, su vida y pensamiento íntimos. Siempre se le ha considerado como a un hombre profundamente católico que dejaba traslucir ese catolicismo en su cine; sin embargo él nunca afirmó tal cosa, siempre se mantuvo en una calculada ambigüedad; y si traigo esto a colación es porque sirve para comentar este primer episodio, de los diez que realizó para la televisión polaca, del conjunto con el título ya expresado, y basados en los nombres (en principio solo en ellos, no hay por qué darles más vueltas) de los mandamientos de la Ley de Dios.

En este mediometraje que nos ocupa asistimos a una tragedia ocasionada por el infortunio; hay situaciones de peligro que se pueden prever, pero nunca estaremos seguros al cien por cien ante una situación de riesgo, y esto es lo que se nos dice básicamente. Por supuesto, se está en lo cierto al considerar que esta cinta critica el que se base toda seguridad en el conocimiento científico, máxime cuando sabemos que hay sucesos que pueden ocurrir, contrariamente a lo que habíamos imaginado, sin que los hubiésemos previsto, pero que no por ello dejan de ser razonables. Kieslowski, tal como se ha llegado a decir referente a la intención de esta obra, no antepone a Dios ante la ciencia, ni, mucho menos, sitúa a este por encima de ella; simplemente juega con el enunciado del primer mandamiento ('Amarás a Dios sobre todas las cosas', pero aquí más entendido como 'No crearás dioses falsos'), pero sin enfrentar la ciencia ante el Dios, cristiano, católico, quien sí está presente en esta narración, pero como lo que realmente es y así debe ser visto, incluso por creyentes, como misterio; misterio al que solo se llega por la Fe. Para la afirmación anterior me baso en todo el simbolismo utilizado, numeroso, del que no voy a comentar nada, ni tratar de explicar cada uno de los símbolos, porque los considero evidentes.

Con todo el trasfondo que se quiera ver en esta obra, lo cierto es que estamos ante un trabajo sobresaliente en sí mismo, magnífico en su guion, dirección, fotografía (cada capítulo tuvo a un director de fotografía distinto a los de los demás, excepto el tercero y el noveno, cuya autoría fue de Piotr Sobocinski), sugerente música (siempre la de Zbigniew Preisner, quien al igual que Piesiewicz acompañaría a Kieslowski durante toda su etapa de reconocimiento mundial) e interpretación. Todo encaja perfectamente creando un conjunto maravilloso, difícil de igualar y apto para disfrutar por parte de todos sus espectadores.
Juan Ignacio
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