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Voto de Juan Ignacio :
7
Drama Años cincuenta. Una acomodada y modélica ama de casa de Connecticut lleva una vida aparentemente equilibrada, satisfactoria y programada según los cánones de la familia burguesa americana. Sin embargo, de manera inesperada, tiene que enfrentarse a una gravísima crisis matrimonial y a un mundo exterior que impone límites a las emociones. Un mundo en el que domina el racismo y la intolerancia sexual. (FILMAFFINITY)
30 de mayo de 2017
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Todd Haynes trata con esta película de construir un melodrama semejante a los producidos por la cinematografía estadounidense en los años 50, en especial como los dirigidos por Douglas Sirk, y lo hace de tal manera que las similitudes abarcan desde el lugar donde transcurre la acción hasta la música del filme, algo que volvería a hacer años después con 'Carol'.

Desde el otoño de 1957 hasta primeros de año de 1958 se desarrollan los hechos de esta historia en la que se nos muestra al matrimonio Whitaker, Frank y Cathy, de clase social alta, viviendo en un lujoso barrio residencial de Hartford (Connecticut). La acción se centra en el personaje de Cathy, mujer ocupada en la educación de sus dos pequeños hijos, y en alternar con sus chismosas y ociosas vecinas, así como de preparar fiestas de vez en cuando. Todo su mundo superficial, de cara a los demás, se empezará a venir abajo cuando descubre un desliz de su marido, y busca la amistad y compañía del hijo de su jardinero, de raza negra, para mitigar la angustia en que se ve sumida.

Dos temas se tratan de manera principal en esta película, ambos tabúes en su época, la homosexualidad y las relaciones interraciales; y se hace de manera clara, mostrando la dureza de afrontar ambas ante la sociedad. Si bien el amor, o el deseo, están en el germen de estos dos asuntos citados, ambos actúan, de forma muy influyente como escape de las vidas, asumidas y no queridas, que tanto Frank como Cathy llevan consigo, en el caso de él, o se le presenta de improviso, en el de ella. Todo un drama, desde luego, pero llevado por el director de un modo muy contenido, quizá en exceso, tanto que todo resulta demasiado frío, sin alma. Otro 'pero' que ponerle a la película, además del de su frialdad, es el de algunos aspectos de su guion que en más de una ocasión aparece forzado, difícilmente creíble.

En el aspecto técnico no hay nada que objetar a este producto. La fotografía de Edward Lachman utiliza los mismos variados, y apagados, colores que las películas de Douglas Sirk, haciendo uso para ello de similares lentes y filtros que los usados en los años 50. La música de Elmer Bernstein busca, y consigue, la semejanza con la de los melodramas de aquel tiempo. El vestuario y la decoración también se deben de destacar.

Buenas interpretaciones, en conjunto, significando que Julianne Moore, que rodó esta película estando embarazada, dio un auténtico impulso a su carrera en ese año de 2002 con los estrenos de este trabajo y el de 'Las horas'.
Juan Ignacio
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