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España España · Málaga
Voto de JRBoxó:
7
Comedia La noche del 2 de marzo de 1953 murió un hombre. Ese hombre es Josef Stalin, dictador, tirano, carnicero y Secretario General de la URSS. Y si juegas tus cartas bien, el puesto ahora puede ser tuyo. Una sátira sobre los días previos al funeral del padre de la nación. Dos jornadas de duras peleas por el poder absoluto a través de manipulaciones, lujurias y traiciones.
24 de marzo de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nunca he puesto un pie en Rusia. Mi contacto con rusos se ha limitado al trato con señoras maduras cuidadoras de dependientes españolas. Sin embargo reconozco que ese país tiene algo fascinante. Además de la ensaladilla rusa y los filetes rusos, su literatura, especialmente Turgueniev y Dostoievski, y sus músicos, Scriabin y Rachmaninov a la cabeza, han templado nuestros espíritus. Podemos sumergirnos algo más con el Curso de literatura rusa de Nabokov y los aparatos críticos del profesor Eduardo San Vicente a sus traducciones de la obra de Dostoievski, Chejov y otros autores. Últimamente podemos disfrutar en Mezzo de la integral de las 15 sinfonías de Shostakovich y los 5 conciertos para piano de Prokofiev con Valeri Gergiev a la batuta mondadientes. Todos estos datos nos van convenciendo que estamos ante una enorme cultura y sensibilidad. A estas referencias podemos añadir que en Málaga contamos con una entrada directa a las almas rusas en la Colección del museo ruso de San Petersburgo que con las distintas exposiciones nos permite adentrarnos en su historia y arte esclareciendo algunos de sus misterios. Ahora nos llega una visión británica con ácida ironía sobre los manejos del poder soviético a la muerte de Stalin y otra proveniente de los Estados Unidos, un thriller de espías hermosas conversas a la bondad americana que quieren convencernos que los rusos tienen la exclusividad de la mala leche. Hannah Arendt afirma que para trocar la dictadura revolucionaria de Lenin en una dominación completamente totalitaria, Stalin tuvo que crear artificialmente una sociedad atomizada en la que las clases fueron sustituidas por masas de individuos aislados con una lealtad total e inalterable sin contenidos concretos. Las decisiones del dictador suponían cambios impredecibles cuya única opción era la obediencia o el gulag. El terror se situaba dentro de los sujetos imposibilitando su colaboración para cualquier evolución. La muerte de Stalin extrae, mediante el humor, el absurdo que reposa bajo esos comportamientos. La sociedad rusa parece hoy tal que ayer estancada en un estadío medieval donde los ciudadanos son tratados como siervos de la gleba. Observamos el comportamiento del poder de forma similar durante el largo período de dominio de los Romanov, la era soviética y el estado actual dominado por Putin. ¿Dónde están tus músicos, poetas y pintores?
JRBoxó
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