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Voto de Sines Crúpulos:
9
Comedia. Romance. Drama C.C. Baxter (Jack Lemmon) es un modesto pero ambicioso empleado de una compañía de seguros de Manhattan. Está soltero y vive solo en un discreto apartamento que presta ocasionalmente a sus superiores para sus citas amorosas. Tiene la esperanza de que estos favores le sirvan para mejorar su posición en la empresa. Pero la situación cambia cuando se enamora de una ascensorista (Shirley MacLaine) que resulta ser la amante de uno de los ... [+]
13 de diciembre de 2007
40 de 51 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta modesta colección de géneros, muy personal, pide a gritos una definición.

No es el género de oficinas un género oficial, de hecho puede que sólo exista como tal en mi cabeza, donde este término se define más o menos del siguiente modo:
“dícese de uno de los elementos o clases en los que se divide el conjunto global de las películas de cine, según su temática, clasificados bajo los parámetros de localización e hilo argumental, que contienen, a su vez, dos o más películas en su haber, pudiendo formar parte éstas de otro elemento distinto del conjunto”.

Nótese que no se cumplen, según esta definición, ni la propiedad de unicidad ni la de exclusión.

La localización de las películas del género que nos ocupa es obvia.
En cuanto a la tensión argumental, se pueden distinguir principalmente las siguientes características:
• jefe (a veces cabrón, y a veces no).
• empleado pelota e hipócrita
• secretaria
• empleado protagonista (a veces victimista y a veces no).
• puñaladas traperas, pisotones y zancadillas para lograr un ascenso.
• desahogo tras la jornada laboral (generalmente en el bar).

Se disfrazan bajo estas coordenadas aspectos propios del ente humano como son la envidia, la traición, el deseo sexual, la ambición, el ingenio o la falta de escrúpulos.
Estos fuerzan inconscientemente una obligada buena labor de selección de casting, unas convincentes interpretaciones, una historia interesante reflejada en un necesario buen guión y una, mejor aún, dirección que consiguen inevitablemente que el relato fluya bajo la batuta de la sutilidad en el empleo de recursos como las miradas, el trato de la tecnología como amiga/enemiga del ser humano (ordenadores, teléfonos, ascensores…) y los diálogos punzantes.

Tal vez sea esta austeridad de medios emotivos la que empuje a las películas del género a usar la imaginación y laborar por el buen camino.

El Apartamento puede ser perfectamente el elemento representativo que conforme la base de este género que incluye, entre otros, filmes como The Informer, All the President's Men, The Hudsucker Proxy o While the City Sleeps.
No es comedia, aunque se trate con humor; no es drama, aunque éste esté presente en el metraje (¿y en qué film no lo está?); es, sencillamente, el retrato y el reflejo de ese mundo empresarial que tan profundamente ha influido en las directrices de la sociedad occidental de los siglos XX y XXI.

Lemmon y MacLaine demuestran la propiedad de casting e interpretación con sendos trabajos memorables. Unos planos, iluminación y fotografía exquisitos, unos diálogos ingeniosos y un ritmo frenético, aderezados con algunas escenas míticas, como la de Jack Lemmon bailando con la chuza, y unos secundarios de lujo como MacMurray o los vecinos, terminan por convertir a esta inocente película en una brutal obra maestra.
Sines Crúpulos
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