Lo mejor: La química entre los dos protagonistas
Lo peor: Algunas escenas más propias de programas de cámara oculta

Los amantes de la música folk pueden estar de enhorabuena. ‘Once’ es una pequeña delicia, una historia de amor que progresa a través de la música, de aquella música que nace del alma, sin más que la letra que uno compone y una guitarra. El gran acierto de John Carney es dar los papeles protagonistas a Glen Hansard (compositor y cantante del grupo The Frames) y a Markéta Irglová. Hansard y Irglová ya formaban, desde antes de la película, un duo folk llamado The Swell Season, por lo que la química entre ellos dos ya estaba asegurada. Esto, sumado a la composición de la banda sonora por parte de Hansard, ayuda a aportar de credibilidad a los personajes y a la historia. Una historia contada con gran cariño en la que la música adopta un papel protagonista, ganándose un hueco entre los dos protagonistas. El amateurismo de los actores (que son músicos más que actores) y de Carney, le dan un cierto encanto a la película. No obstante, este mismo aspecto y el hecho de haber rodado sin permisos, hace que algunas escenas parezcan más adecuadas para programas de cámara oculta que para una película, por muy independiente que sea. A pesar de esto, el encanto de la película sigue intacto y es de visionado obligatorio para todos los amantes de la música.