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Voto de PETER COHELET:
2
6.6
35,868
Documental
Documental en el que Morgan Spurlock investiga en su propio cuerpo los efectos de la comida basura, comiendo sólo y únicamente en McDonald's, 3 veces al día durante todo un mes, y acudiendo posteriormente al médico para hacerse análisis y ver sus niveles de colesterol, aumento de peso, etc. Los resultados fueron sorprendentes. (FILMAFFINITY)
25 de marzo de 2011
27 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
No parece existir mucha diferencia entre la mentira y el engaño, dando ambos a simple vista la impresión de ser sinónimos cuya distinción es puramente etimológica y fonética.
Pero hay un matiz que es importante: la intencionalidad.
Sospecho que engañar es justo lo que hace esta película que además pretende, imitando maneras, legitimarse bajo el protector disfraz de “documental”.
En los últimos años hemos asistido al éxito de una fórmula que, bajo las formas de un “documental”, aborda cuestiones polémicas como la tenencia de armas, la religión católica, el cambio climático o, como en este caso, la comida rápida, y las trata con enérgico compás narrativo, estética muy llamativa y lenguaje coloquial, inteligente y divertido.
Pero tiene trampa. Lo mismo que hay insectos que parecen avispas pero no pican, todos estos filmes parecen documentales pero no lo son. Así, bajo la apariencia de un análisis científico, imparcial y objetivo del tema en cuestión, en realidad todo el metraje está plagado de argumentos viciosos, de falacias científicas y de medias verdades que son, al mismo tiempo, medias mentiras.
Y lo peor es que da la sensación de que precisamente para eso fueron diseñados, que ése era el objetivo: en vez de educar, asustar; en vez de enseñar, escandalizar; en vez de criticar para construir, destruir.
Y hacerlo con tanta desmesura que el “espectador medio” sin conocimientos avanzados en nutrición, derecho o meteorología, salga del cine con la idea de que el Sistema es fascista, el planeta un desierto y la comida poco menos que veneno.
“Super size me” en un muy poco recomendable falso documental que, o bien no busca la verdad porque cree poseerla, o bien, como yo me temo, la verdad le importa un bledo y sólo pretende beneficiarse de la polémica; falso documental tanto más nocivo en cuanto que engancha al espectador por resultar fácil de ver, intencionadamente interesante y, en algunos momentos, incluso divertido.
Pero hay un matiz que es importante: la intencionalidad.
Sospecho que engañar es justo lo que hace esta película que además pretende, imitando maneras, legitimarse bajo el protector disfraz de “documental”.
En los últimos años hemos asistido al éxito de una fórmula que, bajo las formas de un “documental”, aborda cuestiones polémicas como la tenencia de armas, la religión católica, el cambio climático o, como en este caso, la comida rápida, y las trata con enérgico compás narrativo, estética muy llamativa y lenguaje coloquial, inteligente y divertido.
Pero tiene trampa. Lo mismo que hay insectos que parecen avispas pero no pican, todos estos filmes parecen documentales pero no lo son. Así, bajo la apariencia de un análisis científico, imparcial y objetivo del tema en cuestión, en realidad todo el metraje está plagado de argumentos viciosos, de falacias científicas y de medias verdades que son, al mismo tiempo, medias mentiras.
Y lo peor es que da la sensación de que precisamente para eso fueron diseñados, que ése era el objetivo: en vez de educar, asustar; en vez de enseñar, escandalizar; en vez de criticar para construir, destruir.
Y hacerlo con tanta desmesura que el “espectador medio” sin conocimientos avanzados en nutrición, derecho o meteorología, salga del cine con la idea de que el Sistema es fascista, el planeta un desierto y la comida poco menos que veneno.
“Super size me” en un muy poco recomendable falso documental que, o bien no busca la verdad porque cree poseerla, o bien, como yo me temo, la verdad le importa un bledo y sólo pretende beneficiarse de la polémica; falso documental tanto más nocivo en cuanto que engancha al espectador por resultar fácil de ver, intencionadamente interesante y, en algunos momentos, incluso divertido.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Una persona que haya cursado estudios en nutrición humana sabe que para un varón con unas necesidades diarias de unas 2500 Kcal, el hecho de doblar la ingesta calórica a 5000 Kcal/día supone un exceso de 2500 Kcal.
Teniendo en cuenta que un gramo de grasa (abdominal, glútea, mesentérica… da lo mismo) contiene un valor de 9 Kcal, eso supone, con esta dieta, un incremento de 277 gr de grasa al día y una ganancia de peso real (lo que comúnmente se llama “engordar”) de algo menos de 3 kg cada 10 días.
Para engordar 8 kg en poco más de una semana, sería necesario no duplicar, sino multiplicar x4 la ingesta calórica.
El hecho de que la báscula de precisión indique tanta ganancia de peso en tan poco tiempo se debe a la retención hidroelectrolítica (de agua y sales minerales); retención que también se produciría en un restaurante de tres estrellas y cuatro tenedores si se ingiriese el doble de lo necesario, y que iría desapareciendo en forma de orina en cuanto el protagonista recuperase el sentido común y dejase de intentar demostrar nada.
Todo esto no tiene porqué saberlo el espectador, pero sí deberían saberlo los tres competentes médicos y la elegante nutricionista que aceptan acompañar al protagonista en su estúpido experimento y, sin embargo, ninguno de ellos se lo dice, al menos delante de las cámaras, sino que todos parecen desconcertados y preocupados, transmitiendo ese sentir al espectador.
Teniendo en cuenta que un gramo de grasa (abdominal, glútea, mesentérica… da lo mismo) contiene un valor de 9 Kcal, eso supone, con esta dieta, un incremento de 277 gr de grasa al día y una ganancia de peso real (lo que comúnmente se llama “engordar”) de algo menos de 3 kg cada 10 días.
Para engordar 8 kg en poco más de una semana, sería necesario no duplicar, sino multiplicar x4 la ingesta calórica.
El hecho de que la báscula de precisión indique tanta ganancia de peso en tan poco tiempo se debe a la retención hidroelectrolítica (de agua y sales minerales); retención que también se produciría en un restaurante de tres estrellas y cuatro tenedores si se ingiriese el doble de lo necesario, y que iría desapareciendo en forma de orina en cuanto el protagonista recuperase el sentido común y dejase de intentar demostrar nada.
Todo esto no tiene porqué saberlo el espectador, pero sí deberían saberlo los tres competentes médicos y la elegante nutricionista que aceptan acompañar al protagonista en su estúpido experimento y, sin embargo, ninguno de ellos se lo dice, al menos delante de las cámaras, sino que todos parecen desconcertados y preocupados, transmitiendo ese sentir al espectador.