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Voto de Lidya Descals:
7
Romance. Comedia Gatsby Welles (Timothée Chalamet) y Ashleigh (Elle Fanning) son una joven pareja enamorada de universitarios que se dispone a pasar un fin de semana en la ciudad de Nueva York. Ella va a entrevistar al reconocido cineasta Roland Pollard (Liev Schreiber), que pasa por un momento de crisis creativa, y durante su azarosa aventura conocerá al cautivador actor Francisco Vega (Diego Luna). Por su parte, Gatsby también conocerá a una joven, ... [+]
8 de octubre de 2019
24 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace unos días tuve la oportunidad de ver la nueva cinta de Woody Allen, Día de lluvia en Nueva York. No me senté en la butaca con ninguna expectativa previa; mi conocimiento de la filmografía de Allen no es ni de lejos la que quisiera. Vi hace unos años Annie Hall y me dejó más bien fría, y de sus clásicos reconozco que he visto pocos. Sin embargo, me gustó mucho Match Point, y más recientemente, me enamoré absolutamente de su Midnight in Paris. Sí, ya se que debería pegarle un buen repaso al director, pero por ahora soy una profana. Lo positivo es que no tengo una predisposición especialmente positiva o negativa a la hora de empezar a ver una cinta suya, dado que tampoco conozco tanto y, por otro lado, de lo poco que he visto he tenido opiniones dispares.

Día de lluvia en Nueva York está protagonizada por dos de los actores jóvenes (cuasi adolescentes aún) más sonados de los últimos años: Timothée Chalamet y Elle Fanning. Pero, como suelen ser las películas de Woody Allen (por lo que he visto y me cuentan), está además plagada de personajes secundarios que sirven, prioritariamente, como baldosas en los caminos de los protagonistas. El elenco suma nombres, como Selena Gómez (sorprendentemente acertada), Jude Law (siempre cómodo), Liev Schreiber, Diego Luna, Kelly Rohrbach o Cherry Jones. Sin embargo, el peso completo lo lleva la pareja protagonista, que ofrece unas interpretaciones estudiadas y, a la vez, llenas de naturalidad.

La historia comienza cuando a Ashleigh (Elle Fanning) le ofrecen entrevistar a su director de cine preferido (Liev Schreiber). Ella y su pareja, Gatsby (Timothée Chalamet), unos universitarios de clase alta, deciden aprovechar el obligado viaje a Manhattan para hacer una escapada romántica por la gran ciudad, que es el hogar de Gatsby y que Ashleigh apenas conoce. Planifican paseos en carruaje, visitas al MoMa y cenas en restaurantes gourmet pero, por avatares del destino, el fin de semana se les va complicando.

Lo interesante de la historia es el paralelismo entre el día de Gatsby y el de Ashleigh. Cada uno se lleva una mitad de la película, queriendo estar juntos pero viéndose continuamente separados. A medida que avanza se hace más obvio que la comunicación es difícil entre ellos, literal y figuradamente, y que la vida les empuja en direcciones diferentes. A ella le suceden las situaciones más locas y bizarras, mientras él trata de hacer tiempo esperándola y se topa con viejos conocidos y con familiares (deseados e indeseados). El fino hilo que les une se va rasgando hasta que uno se pregunta si realmente están tan enamorados como dicen estar.

Timothée Chalamet está en su salsa. Su personaje es una especie de Woody Allen veinteañero: carismático, judío, parlanchín, neurótico e intelectual. El papel le va como un guante, y se nota que está claramente cómodo. Chalamet reluce en los papeles protagonistas, como aquí o en Call me by your name, mucho más que en los secundarios, como Lady Bird. La cámara le adora, y él lo aprovecha. Su Gatsby es neoyorkino hasta la médula, un poco viejo por dentro, y su arco de personaje conforma un bonito viaje de descubrimiento personal, romántico y familiar.

Por su parte, Elle Fanning está arrebatadora. Su Ashleigh parece, a primera vista, como un rayo de sol: encantadora, inocente y entusiasta. Fanning utiliza muy bien sus expresiones faciales y su forma de moverse para remarcar el espíritu infantil del personaje, en contraposición con la vejez que se intuye en Gatsby. Su arco pasa por dejar de ser una niña, expuesta a la voracidad de Nueva Yrok y sus hombres, que la adoran. El despertar del deseo se refleja como un descubrimiento de su propio poder sexual latente, pero remarca sin lugar a dudas que el paso le lleva de la inocencia a la simple ingenuidad, sin llegar a crecer realmente como persona.

La cinta en sí es una canción de amor a Nueva York, a sus callejuelas, parques y museos. Es un elemento esencial de la película, ya que, en su forma más básica, trata de mostrarnos dos de las maneras de enfrentarse a la ciudad y lo que representa: el cinismo y el candor, que después de un día entero se cambian de tornas y se transforman en sabiduría y desengaño, respectivamente.

La simetría entre los dos personajes y sus tramas le otorga una estructura sólida narrativamente. El ritmo nunca decae, ya que el film no comete el error de rellenar metraje innecesariamente y se ajusta a unos sanos 92 minutos que le bastan y le sobran. A nivel técnico la película cumple sin inventar la rueda. La dirección es correcta, la fotografía y la banda sonora funcionales. Nada llamativo, ni para mal, ni, desgraciadamente, para bien.

En resumen, sin ser nada del otro mundo, Día de lluvia en Nueva York resulta un refrescante y modesto soplo de aire fresco en una cartelera saturada de películas largas y, a veces, demasiado ambiciosas. Su simplicidad es lo que le aporta encanto, sin renunciar a diálogos inteligentes y al humor clásico del director. No le cambiará la vida a nadie, pero hay formas mucho peores de pasar una hora y media que viendo a estos dos jóvenes deambular por la Gran Manzana.

Sencilla y sin grandes pretensiones, no deslumbrará pero entretiene.

(Más críticas en la web: iwantthefiction.wordpress.com)
Lidya Descals
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