Media votos
5.0
Votos
3,149
Críticas
49
Listas
6
Recomendaciones
- Sus votaciones a categorías
- Mis críticas favoritas
- Contacto
- Sus redes sociales
-
Compartir su perfil
Voto de herhc:
10
8.2
95,981
Western. Drama
William Munny (Clint Eastwood) es un pistolero retirado, viudo y padre de familia, que tiene dificultades económicas para sacar adelante a su hijos. Su única salida es hacer un último trabajo. En compañía de un viejo colega (Morgan Freeman) y de un joven inexperto (Jaimz Woolvett), Munny tendrá que matar a dos hombres que cortaron la cara a una prostituta. (FILMAFFINITY)
1 de diciembre de 2009
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
En esta película ocurren y se dicen tantas cosas que resulta difícil limitarse a una mera revisión para hablar de ella y no comentar las permanentes sugerencias que nos hace el director mientras transcurre la acción… En Sin perdón está todo el cine del Oeste, compendiado para el espectador de los noventa. No falta nada pero se ha prescindido de todo lo accesorio, lo falso y manido del cine de vaqueros, de buenos y malos: la ley y el orden se defienden bajo la autoridad indiscutida de un sheriff brutal, ex pistolero a su vez, que no vacila en golpear o disparar primero, rodeado de ayudantes, para garantizar su supervivencia y por ende la del pueblo que le paga.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
Ver todo
spoiler:
Las prostitutas no son aquí las jóvenes gorditas he ingenuas del típico saloon con piano. Saben qué hacen allí y cual es su estatus; se saben mercancía pero no consienten ni un ápice más allá de lo que su dignidad está dispuesta a tolerar. Piden un castigo ejemplar, la muerte del agresor y de su amigo, y cuando no reciben la reparación exigida buscan otros medios para obtenerla. Son objeto de compraventa, propiedad del dueño del bar, pero no permiten que se las compare a mercancía averiada que se compensa con un trato económico: buscan venganza.
Todos los personajes de Sin perdón tienen una nitidez perfecta y a la vez ninguno excede de su papel. El dueño del saloon, los ayudantes del sheriff, los parroquianos del bar, … cada cual se queda en su justo lugar, en un juego coral donde nada sobra y nada falta. La reconstrucción de las calles, los carteles, las casas, los escenarios naturales, todo tiene una belleza tal que, fotograma a fotograma, haría un perfecto papel en cualquier exposición fotográfica de ambiente histórico del pasado americano. La cuadra de profesionales de que se rodea Clint Eastwood en sus últimas películas hace honor a su talento como director.
Pero han pasado los años épicos de los pueblos de frontera donde la violencia y el desprecio por la vida humana eran la norma y la ley y el orden los grandes ausentes. El Duque, pistolero buscavidas de origen inglés que se permite opiniones despreciativas sobre el orden republicano de los Estados Unidos, comparándolo con la grandeza de la monarquía británica, alardea de su habilidad con las armas de fuego ante los viajeros, mientras viaja en tren acompañado de su biógrafo, cronista de sus hazañas reales o supuestas. Si llegar a Big Whiskey montado en tren y no a caballo ya es toda una muestra del cambio que se ha producido en las tierras del Oeste, la presencia del cronista nos dice a las claras que el tiempo de los forajidos se está convirtiendo en materia narrativa. Los grandes bandidos, famosos por sus crímenes, han muerto o están a las puertas de la jubilación… y son ahora carne de “best seller” en la costa Este de los Estados Unidos. Toda la grandeza del Duque, sus alardes, su empaque, su capacidad mortífera, se vendrán abajo frente a la eficacia del nuevo orden en Big Whiskey.
Se dice que esta historia estuvo en manos de Eastwood desde 1978 pero pospuso la realización de la obra hasta tener El mismo la edad requerida por el personaje central. Y hoy solo digo "Gracias Clint por haber esperado tanto...
Todos los personajes de Sin perdón tienen una nitidez perfecta y a la vez ninguno excede de su papel. El dueño del saloon, los ayudantes del sheriff, los parroquianos del bar, … cada cual se queda en su justo lugar, en un juego coral donde nada sobra y nada falta. La reconstrucción de las calles, los carteles, las casas, los escenarios naturales, todo tiene una belleza tal que, fotograma a fotograma, haría un perfecto papel en cualquier exposición fotográfica de ambiente histórico del pasado americano. La cuadra de profesionales de que se rodea Clint Eastwood en sus últimas películas hace honor a su talento como director.
Pero han pasado los años épicos de los pueblos de frontera donde la violencia y el desprecio por la vida humana eran la norma y la ley y el orden los grandes ausentes. El Duque, pistolero buscavidas de origen inglés que se permite opiniones despreciativas sobre el orden republicano de los Estados Unidos, comparándolo con la grandeza de la monarquía británica, alardea de su habilidad con las armas de fuego ante los viajeros, mientras viaja en tren acompañado de su biógrafo, cronista de sus hazañas reales o supuestas. Si llegar a Big Whiskey montado en tren y no a caballo ya es toda una muestra del cambio que se ha producido en las tierras del Oeste, la presencia del cronista nos dice a las claras que el tiempo de los forajidos se está convirtiendo en materia narrativa. Los grandes bandidos, famosos por sus crímenes, han muerto o están a las puertas de la jubilación… y son ahora carne de “best seller” en la costa Este de los Estados Unidos. Toda la grandeza del Duque, sus alardes, su empaque, su capacidad mortífera, se vendrán abajo frente a la eficacia del nuevo orden en Big Whiskey.
Se dice que esta historia estuvo en manos de Eastwood desde 1978 pero pospuso la realización de la obra hasta tener El mismo la edad requerida por el personaje central. Y hoy solo digo "Gracias Clint por haber esperado tanto...