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Voto de AdrianDeBryansk:
5
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5
4.8
222
Ciencia ficción. Terror
Una araña gigante es hallada dentro de una cueva. A pesar de estar muerta y empacada para su estudio en una universidad, revive a los compases del rock´n´roll, para iniciar la consabida destrucción. (FILMAFFINITY)
17 de enero de 2011
17 de enero de 2011
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Producto de ciencia-ficción de finales de los 50 con limitados recursos, limitado director y aun más limitados actores. Todo es limitado menos el gigantesco animal, que a la vista de un espectador sagaz se verá que tampoco mantiene un tamaño constante durante todo el filme.
Un pueblo apartado de America descubre tener durmiendo en las afueras una descomunal araña, que al verse atacada con un camión de ddt siembra el caos por doquier sin que nadie sea capaz de detenerla.
Escasa de todo, con el regusto a la ciencia-ficción de la época. Es floja, envejecida pero con el encanto de la falta total de pretensiones. Su director Bert Gordon se especializó en películas con criaturas descomunales que se enfrentaban a seres humanos. Solo en 1958 terminó 3 películas... Así que ya saben; a sentarse y a reir un rato.
Un pueblo apartado de America descubre tener durmiendo en las afueras una descomunal araña, que al verse atacada con un camión de ddt siembra el caos por doquier sin que nadie sea capaz de detenerla.
Escasa de todo, con el regusto a la ciencia-ficción de la época. Es floja, envejecida pero con el encanto de la falta total de pretensiones. Su director Bert Gordon se especializó en películas con criaturas descomunales que se enfrentaban a seres humanos. Solo en 1958 terminó 3 películas... Así que ya saben; a sentarse y a reir un rato.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
spoiler:
La Araña Mutante narra el desafortunado encuentro de un pueblo que descubre tener como vecino a una gigantesca araña que vive en una cueva cercana. El padre de la protagonista, la joven apuesta y torpe Carol Flynn, fallece tras ser devorado por una araña de proporciones mastodónticas. Acompañada por su amigo (novio?¿) despierta al animal, atrae la atención del sheriff y otras fuerzas vivas que deciden inundar el cubículo de ddt para eliminar al infernal ser.
Dado por muerto es llevado al pueblo, pero despierta durante una actuación de un grupo de jovenes tocando rock and roll (si si, como lo leen, y no queda claro si incluso resucita) y como represalia arrasa el villorrio ante la impotencia de sus fuerzas de seguridad.
A pesar de un reparto abultado en extras y secundarios, nadie brilla más allá del forzado papel del científico Art Kingman (Ed Kemmer, uno de los pocos que se puso delante de una cámara más allá de 1968), que apunta a cierta sobriedad interrumpida por un relato hilarante.
Pero no hay que ser estrictos, a finales de los años 50, con ese presupuesto y esa banda de actores de segunda es imposible hacer algo decente. Hoy se ve todo como un producto risible, pasable y con el gusto de este director por las criaturas excesivas el filme se muestra deficiente pero rápido y ligero en su desarrollo. Da igual si la tarántula superpuesta tiene a veces el tamaño de un coche y otras parece un Antonov de carga, da igual si hay más luz en la cueva que en el exterior. Al final todo tiene un tono cómico-romántico que da a pensar... quizás con un poco más de esto o de lo otro... quizás.
No he podido evitar sentir cierta emoción en la profunda combinación entre belleza, torpeza y pocas tablas de una bellísima June Kenney, una adolescente con aspecto de pin-up de la época que parece estar anunciando dentífrico o lavadoras en lugar de enfrentarse a una monstruosa tarántula.
Todo un clásico sci-fi para coleccionistas sin complejos ni prejuicios.
Dado por muerto es llevado al pueblo, pero despierta durante una actuación de un grupo de jovenes tocando rock and roll (si si, como lo leen, y no queda claro si incluso resucita) y como represalia arrasa el villorrio ante la impotencia de sus fuerzas de seguridad.
A pesar de un reparto abultado en extras y secundarios, nadie brilla más allá del forzado papel del científico Art Kingman (Ed Kemmer, uno de los pocos que se puso delante de una cámara más allá de 1968), que apunta a cierta sobriedad interrumpida por un relato hilarante.
Pero no hay que ser estrictos, a finales de los años 50, con ese presupuesto y esa banda de actores de segunda es imposible hacer algo decente. Hoy se ve todo como un producto risible, pasable y con el gusto de este director por las criaturas excesivas el filme se muestra deficiente pero rápido y ligero en su desarrollo. Da igual si la tarántula superpuesta tiene a veces el tamaño de un coche y otras parece un Antonov de carga, da igual si hay más luz en la cueva que en el exterior. Al final todo tiene un tono cómico-romántico que da a pensar... quizás con un poco más de esto o de lo otro... quizás.
No he podido evitar sentir cierta emoción en la profunda combinación entre belleza, torpeza y pocas tablas de una bellísima June Kenney, una adolescente con aspecto de pin-up de la época que parece estar anunciando dentífrico o lavadoras en lugar de enfrentarse a una monstruosa tarántula.
Todo un clásico sci-fi para coleccionistas sin complejos ni prejuicios.