Deja mucho que desear. Verla sobre un escenario fundamentalmente. Y es que el lenguaje teatral no se ha adaptado adecuadamente al cinematográfico, televisivo en este caso. Es teatro filmado, con truco, porque no respeta el espíritu original del antiguo Estudio 1 en vivo y en directo, sino que mete mucha morcilla y mucho tropezón. Es muy videoclipero, muy bullanguero. Poco teatrero, en el buen sentido de la palabra, bueno. El principal defecto que le encuentro es que la acción dramática nunca progresa, adecuadamente, con los diálogos. Son monólogos, declamaciones, brindis al sol. El guión, o el libreto, no respeta en absoluto las unidades de acción, lugar y tiempo, y se entrega con fruición a la aburrida modernidad del flashback. El personaje se merecía más humanidad y menos humedad. Salvo Roberto Álamo, el resto del elenco esta discreto, un poco fuera de cacho (ese acentó andaluz de Raúl Arévalo, trata de arrancarlo, por Dios), y es que el morrosko se los come a todos, vaya que si se los come. ¿Qué te apuestas?