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Voto de Ford Farleine:
9
Drama El 2 de marzo de 1974, el joven anarquista Salvador Antich, militante del Movimiento Ibérico de Liberación, se convirtió en el último preso político ejecutado en España mediante "garrote vil". Ésta es su historia y la de los intentos desesperados de su familia, compañeros y abogados por evitar su ejecución. (FILMAFFINITY)
26 de diciembre de 2018
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace ya tiempo que, salvo deshonrosas excepciones, el cine español parece que ha superado la temática de la machaconamente visitada Guerra Civil y las películas en las que el sexo tiene un lugar (demasiado) importante en la trama. Gracias al cielo parece que estos lugares comunes ya están superados. Entiéndaseme bien, la historia hay que recordarla para no volver a repetirla, pero ya se había caído en la repetición más anodina.

En este caso, también se trata un episodio histórico: el de la última ejecución del Régimen dictatorial anterior ya entrados los años setenta. Se trató de la ejecución de un joven activista anarquista que se llevaba por nombre el que da la película (y que no entiendo por qué pone los apellidos entre paréntesis) y lo hace de una forma cruda, sincera y emocionante. Es una película que te sobrecoge el corazón, que hace que termines de ver la película con una sensación de impotencia y de repulsión hacia un Régimen inhumano, sin pizca de compasión y que fue incapaz de perdonar (ni que bubiera nada que perdonar, pero no se me ocurre una palabra mejor) a un joven que sólo buscaba una sociedad mejor para su país mientras el caudillo agonizaba en su lecho de muerte. Esa ausencia de empatía y de aridad para perdonar una vida, aunque sólo fuera una, es lo que más indignación causa.

Una gran película que no ha tenido la fama de otras en nuestro país (de forma incomprensible) pero que es de obligado visionado. Sólo hay una cosa que me rechina y es el final. La reacción del personaje de Sbaraglia me parece exagerada y rompe con todo el clima de denuncia y contención del film. Es como si Manuel Huerga pensara que el espectador es incapaz de captar el mensaje y hay que dejarlo claro. Una reacción anticlimática y forzada.

Por lo demás, un gran trabajo de todo el reparto, con mención especial a ese Daniel Brühl que está (una vez más) fenomenal.
Ford Farleine
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