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España España · Shangri-la. Andalucía
Voto de Maggie Smee:
8
Romance. Drama Daphné, embarazada de tres meses y de vacaciones en el campo, acoge como huésped a Maxime, primo de su pareja, François, que ha tenido que volver a París para cubrir a un compañero hospitalizado. Durante cuatro días, esperando el regreso de François, Daphné y Maxime se van conociendo y desarrollando cierta amistad, contándose sus respectivas experiencias sentimentales. (FILMAFFINITY)
26 de mayo de 2022
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La sombra de Rohmer es muy alargada. Tuvimos la suerte de que el estupendo director francés, cuando falleció el 11 de enero de 2010, nos dejara un excelente legado, y era una mera cuestión de tiempo que algunos intentaran seguir sus pasos o rendirle tributo, no ya en Francia, si no en cualquier país donde su obra fuera exhibida.

En el caso presente “Las cosas que decimos, las cosas que hacemos” podía resultar irritante para los “fans” del director ya que podría seguir el patrón de algunas de sus películas, pero además, todo está envuelto en una bonita selección de piezas de música clásica. Pero afortunadamente nada tiene que ver en su resultado, ya que el interesante director Emmanuel Mouret, el de por ejemplo “Lady J (Mademoiselle de Jonquières)”, logra hacer un film que puede evocar a Rohmer, pero donde todo está visto desde un prisma diferente, desde la personalidad de Mouret, está bien hecho,y se convierte en un hermoso “estudio” sobre el amor con historias cruzadas.

No hay gritos, no hay tampoco ni personajes o situaciones desesperadas. Todo está visto desde el amor más romántico y donde todo fluye con naturalidad y tampoco hay un análisis de clases o con cierta dosis corrosiva como hubiera podido hacer Agnès Jaoui, porque en el caso presente no se requiere.

Es cine que no está de moda y es un estilo que, para los que busquen sobresaltos o no pensar mucho, asiduos a relaciones más obvias, rústicas y tóxicas les pueda resultar pretenciosa o difícil de seguir, cuando en absoluto lo es, y me niego a hacer comparaciones con otros directores, sobre todo a los pertenecientes a la “Nouvelle Vague” a los que Mouret les debe mucho o con Sautet, pero es que “Las cosas que decimos, las cosas que hacemos” se desarrolla en otro momento, las circunstancias que le rodean son diferentes, y la verdad, al menos yo, la he disfrutado y me quedo con ese logro.

A pesar de ser multinominada con trece candidaturas para los premios de la Academia de cine francesa, se tuvo que conformar con un galardón: el de mejor actriz secundaria para Émile Dequenne. Y es que tampoco se trata de una película muy comercial aunque sí agradecida. Cinco de sus actores del espléndido reparto fueron nominados, ya que como hemos dicho es un film coral, con un buen guion perfectamente llevado por Mouret y muy bien fotografiada, algo habitual en su cine.

Los escenarios elegidos, tanto urbanos como los parajes naturales, son muy adecuados y refuerzan esta clase de cine que se esfuerza en reavivar la esencia de los diálogos, algo cada vez más perdido, sobre todo porque los espectadores actuales no son adeptos a que los personajes exterioricen sus sentimientos con palabras. Algunos esto lo etiquetan de teatral, cuando no han pisado un teatro en su vida, ni siquiera en una función infantil.

Y sí. Se notan que son franceses y burgueses. Beben vino, escuchan música, tienen cierto nivel cultural y casas con estanterías llenas de libros, que da enorme gusto verlo. Cierto es que sé de gente que aparentemente son “cultos” porque se supone leen y están al día con lo que se edita, aunque no han tocado ni un clásico, porque son unos palurdos “snobs”, seres reprimidos y sin talento para nada. Y también hay otro sector contrario, al que esa agradable imagen les podría irritar, ya que han sido un desastre, llenos de prejuicios e ineptos para formar un hogar y además son incapaces de amar.

Por esto y por todo lo que puede transmitir, “Las cosas que decimos, las cosas que hacemos” puede ser una película incomprendida, e incluso vilipendiada, pero al acabar de verla, me he dado cuenta de que hay un tipo de cine que echo de menos, que como hemos dicho, raramente se suele hacer hoy día y que nos sigue contando cosas, algunas hermosas, pero que con esta costumbre de ir frenéticos en la narración parece que se ha ido perdiendo el ritmo real para paladear las situaciones que realmente lo merecen. Y, lo siento, pero que les den morcilla a los que esto ni lo entienden ni lo comparten, ya que nunca se han atrevido, han eludido o les ha resultado imposible el vivirlas como deberían.
Maggie Smee
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