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Voto de antonio lopez herraiz:
8
5 de mayo de 2023
2 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si la ciencia ficción americana se empleaba desde los tiempos de la guerra fría, con el espacio como telón de fondo, de encubierto reflejo social sin derramar la sangre, en Francia hubo un arma inevitable y de doble filo desempeñando parecidas lides con más eficacia, tan vieja como la propia comedia, bien sobre la pantalla o, como en el precedente que nos ocupa, una obra teatral original de George Berr & Louis Verneuil apuntalada con retales vodevilescos del cine dentro del cine -o entre bambalinas, podría definírsela también- con la que, si nos pasamos al otro lado del charco, podríamos habernos imaginado bajo la batuta de un Peter Bogdanovich o Woody Allen en tiempos añejos aunque no especialmente remotos para los enredos criminales. Tampoco es que induzca a arrancarse las barbas imaginarse una adaptación coetánea (el estreno data de mediados de los 30), o a posteriori, no mucho, de firmarla cierto ex periodista austrohúngaro algo más de medio siglo atrás, década arriba o abajo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama.
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spoiler:
Al fin y al cabo, como el propio Ozon defiende -no diré que con segundas puesto que él también produce películas-, hacer del crimen y los asesinatos a productores carentes de escrúpulos un chiste en la ficción le funciona para desahogarse de lo que no se puede (o de lo que no se debe) hacer en la vida real.
Harina de otro costal es que a quienes se relaman con las posibilidades que abre el cajón abierto de las causas feministas implícitas les provoque menor atracción que estas se reviertan progresivamente en cómo la mercantilización de la sororidad se dispara en su propio pie en detrimento de intereses creados, muy concretamente desde el momento en que aparece en escena LA Huppert actuando como un vendaval de locuaz cinismo.
Mientras, dos heroínas -una actriz fracasada y una abogada ídem con el agua al cuello-, Nadia Tereskiewicz y Rebecca Marder, se reparten una master class de screwball comedy, pero sobre todo de la "comedie française" con la concurrencia doctorada en la materia de André Dussolier, Fabrice Luchini, un ladino y deliciosísimo Danny Boon e ilustre pagafantismo bon vivant cortesía de Edouard Sulpice.
¿Alta comedia francesa? ¿Ecos de Billy Wilder -con homenajes poco sutiles-?? Sería como decidir si se inventó antes el huevo o la gallina (aunque fuese el huevo, por otra parte).
Para disfrutarla sin más.
Harina de otro costal es que a quienes se relaman con las posibilidades que abre el cajón abierto de las causas feministas implícitas les provoque menor atracción que estas se reviertan progresivamente en cómo la mercantilización de la sororidad se dispara en su propio pie en detrimento de intereses creados, muy concretamente desde el momento en que aparece en escena LA Huppert actuando como un vendaval de locuaz cinismo.
Mientras, dos heroínas -una actriz fracasada y una abogada ídem con el agua al cuello-, Nadia Tereskiewicz y Rebecca Marder, se reparten una master class de screwball comedy, pero sobre todo de la "comedie française" con la concurrencia doctorada en la materia de André Dussolier, Fabrice Luchini, un ladino y deliciosísimo Danny Boon e ilustre pagafantismo bon vivant cortesía de Edouard Sulpice.
¿Alta comedia francesa? ¿Ecos de Billy Wilder -con homenajes poco sutiles-?? Sería como decidir si se inventó antes el huevo o la gallina (aunque fuese el huevo, por otra parte).
Para disfrutarla sin más.