Aquella peli de Chuck, todavía en la primera etapa de su carrera -como protagonista- en la que convivía con un chucho en una especie de casabalsa en un puerto hongkonés en las escenas de transición donde no investigaba ni le abría la crisma a nadie (creo que era en 'Forced Vengeance') debió de dejar a una parte minoritaria (muy minoritaria) de sus fans con ganas de exprimir más las posibilidades de esa cohabitación actoral por medio de la buddy movie de acción de peludos que, 13 años después, se materializaría por culpa de la vocación más aterradora de su hermano, Aaron Norris, dirigiéndolo en cintas familiares.
Así que a los dos les tocará meterse en faena para ponerse a resolver crímenes -el asesinato de un compañero- a fuerza de gruñidos, disparos y golpes (lo segundo y lo tercero para Chuck principalmente, o su doble en las patadas acrobáticas de espaldas a la cámara).
Una cosa sí es cierta: ateniéndonos a esa mata de pelo que lo cubre y la descripción en la wikipedia del briard o perro pastor francés como "rústico, enérgico y bastante obstinado pero también inteligente, alegre y sensible" no va desencaminado eso de que existen perros que se parecen a sus dueños. Chuck Norris carece de herramientas como actor cómico, aunque no siendo John Belushi ('K-9') ni un Tom Hanks ('Socios y Sabuesos) tal vez sí que podría equiparársele a Jack Scalia.