A lo largo de la vida una persona ve películas buenas, regulares, malas, verosímiles, inverosímiles... luego de ver unas dos
o tres mil películas (o más) uno cree ya casi ha visto todo hasta que se encuentra con este film que rompe con todos los records de fantasía, mentira, falsedad, inverosimilitud.
Tras la línea enemiga, una película de acción bélica, no está mal en su factura pues tiene lo que tiene que tener este tipo de cine de espectáculo: acción, disparos, explosiones y ríos de sangre que chorrean a raudales a lo largo de la hora y media que dura el film. Pero abusa del espectador, creyéndolo tonto o por lo menos tan crédulo como para prestar un apoyo de verdad a situaciones sencillamente increíbles e imposibles pues en los últimos minutos se lo ve al protagonista haciéndole frente con sólo una pistola a todos los habitantes armados de una ciudad que quieren matarlo. Lo más increíble de esto es que sale airoso de tal desigual combate. Por favor señores ¡Todo tiene un límite! y ese límite es el que marca la posibilidad de lo creíble.
Para aquellos amantes del cine de acción (incluso sin sentido ni justificación) quizás esta película les parezca buena. Pero a cualquier otro espectador les resultará mala.