Entretenida primera película como director del hasta entonces productor Joaquín Trincado.
Y como primera incursión tras las cámaras, tiene fallos estructurales evidentes, así como un acabado guionístico bastante imperfecto.
El ritmo es desigual y se entremezclan sin cesar escenas conseguidas con otras un tanto chorras.
En líneas generales invita a la sonrisa gracias sobre todo a un largo elenco interpretativo, con actores y actrices vascos de contrastado nivel, tanto en cine como en la televisión vasca.
Junto a ellos, los grandes Fernando Guillén Cuervo y Pilar Bardem componen con brío y sano cachondeo sus papeles, incluyendo agradecidas colaboraciones como la de Antonio Resines en el papel de un Ministro.
Y no debemos olvidar a uno de los mejores actores del cine español, el súperinfralorado Ramón Barea, en un papel jugoso.
No la considero una buena comedia, pero vista más de diez años después de su estreno, sobre todo los que somos de Bilbao (lugar donde se sitúan muchas escenas) lo pasamos bastante bien. Eso sí, si no le exijimos más.