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Voto de Cinemagavia:
8
Drama Un padre y su hija de 13 años viven una vida tranquila y feliz aislados en un enorme parque nacional de Portland, Oregon, hasta que un pequeño error complica sus vidas para siempre al ser detenidos por la policía. (FILMAFFINITY)
3 de junio de 2020
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Vivir en una reserva forestal lejos de la civilización

En Portland existe el Forest Park, una reserva forestal urbana con una superficie de más de 2.000 hectáreas. Está llena de senderos y rutas que sirven para perderse en un espacio natural, entre sus bosques frondosos y todo tipo de especies animales. Es como tener al alcance un pedazo de naturaleza salvaje junto al mundanal ruido de las ciudades colindantes. En ese parque natural viven acampados el padre y su hija de No dejes rastro (Leave No Trace), alejados de la civilización y de las reglas de convivencia impuestas por la sociedad moderna.

Sin embargo, esa elección de vida salvaje no está permitida por las leyes estatales. Deben cambiar constantemente de ubicación y mantenerse ocultos a los ojos de excursionistas. Un pequeño descuido de la niña hace que alguien de un aviso de alerta y la policía forestal encuentre su campamento. Son perseguidos casi como delincuentes. La película es de ficción, pero se han reportado casos de gente que estuvo viviendo en reservas naturales durante años.

Debra Granik es una directora estadounidense de cine independiente que sorprendió especialmente a la crítica con Winter’s Bone (2010), un thriller dramático ambientado en un entorno rural, obteniendo cuatro nominaciones a los Óscar que incluían la de una incipiente desconocida llamada Jennifer Lawrence. No dejes rastro (Leave No Trace) se convierte en su trabajo más maduro realizado hasta la fecha.

*De la sorpresa de ‘Winter’s Bone’ a la consolidación con ‘Leave No Trace’

Tienen Winter’s Bone y No dejes rastro (Leave No Trace) algunos rasgos comunes. En ambas, es fundamental la interacción de los personajes con el entorno, paisajes inhóspitos que se convierten en un personaje en sí mismos. También comparten un aparente tono de thriller que sobrevuela por encima de lo que de verdad importa, la descripción psicológica de esos personajes. El tercer nexo es la apuesta por una actriz desconocida que termina por comerse la pantalla. Si Granik fue la descubridora de la estrella hollywoodiense Jennifer Lawrence, podría repetir acierto con la elección de Thomasin Harcourt McKenzie. La jovencísima actriz realiza un trabajo sensible y emocionante, convirtiéndose en la clave para que la película funcione tan bien.

La química existente entre ella y Ben Foster, resulta imprescindible para ahondar en esa compleja relación paterno filial que pone sobre la mesa interesantes debates. La elección de vivir en medio de la naturaleza corresponde a un hombre, veterano de guerra y con trastorno postraumático. Cuida bien de su hija, la educa, le enseña métodos de supervivencia, la protege. Ella parece feliz porque no conoce otra cosa. Cuando las circunstancias abran la perspectiva de su mundo, entenderá su necesidad de adaptación e interacción social con otras personas, algo que su padre traumatizado y en constante huida, ya no tiene capacidad de hacer.

*El individuo frente a la sociedad

Pero lo más interesante de No dejes rastro (Leave No Trace), es la confrontación del individuo con los límites de la sociedad moderna. No existe libertad para escoger un modo de vida alternativo, hay que someterse a las normas y convenciones sociales. La visión de la directora no es especialmente crítica con los agentes sociales, su mirada es más documentalista y no pretende juzgar. Se muestran como personas que en realidad lo único que buscan es ayudar, pero sin disponer de las herramientas emocionales para comprender las motivaciones reales que llevan a ese hombre a tomar la decisión de vivir en los márgenes, casi como un vagabundo.

Las buenas intenciones no siempre son la mejor manera de ayudar alguien. El pensamiento humano está viciado por conocimientos y experiencias que condicionan su concepción de los límites existentes entre lo correcto e incorrecto. Por ejemplo, es obvio que no todas las culturas tienen el mismo concepto sobre las cosas que nos rodean.

De ese modo, resulta interesante contraponer la ideología naturalista de ese padre que obliga a su hija a vivir en mitad de la naturaleza sin tener contacto con nadie, con la ideología comunitaria de una sociedad que les obliga a vivir en el interior de una casa prefabricada, incorporándoles al mercado laboral y a la educación pública como única alternativa de vida. En ambos casos existe un modo de restricción de libertades por esa imposición a los demás de lo que nosotros creemos como correcto.

*Conclusión

No dejes rastro (Leave No Trace) es un drama intimista dirigido por la estadounidense Debra Granik que puede englobarse dentro de esa corriente indie con aroma a Sundance. El guion escrito por la directora junto a Anne Rosellini, se inspira en la novela corta Mi abandono de Peter Rock.

La directora utiliza un tono contemplativo y casi documentalista que insufla una enorme credibilidad a sus bellas imágenes. La relación del individuo con su entorno y las convenciones sociales como castradoras emocionales, son algunos de los temas sobre los que reflexiona No dejes rastro (Leave No Trace). Estamos ante una película pequeña y cautivadora, con un desenlace tremendamente emotivo, que, además, supone el descubrimiento de la joven y talentosa actriz Thomasin Harcourt McKenzie.

Escrito por Daniel Farriol
Cinemagavia
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