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Voto de Cinemagavia:
9
Cine negro. Intriga. Thriller Roy Earle sale de prisión antes de cumplir condena gracias a su buena conducta y a la fianza depositada por Big Mac, jefe de la banda a la que perteneció. Poco después, un miembro de la banda le comunica que Big Mac, que prepara un nuevo golpe, le espera en California. Roy, pese a su intención de cambiar de vida, decide acudir a la cita. En su viaje a través del país, entabla amistad con una humilde familia de granjeros, cuya nieta, ... [+]
2 de septiembre de 2020
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Entre dos mundos

El último refugio se sitúa entre dos tipos de película que se complementan a la perfección. Las historias de gánsters de los años 30 y el incipiente cine negro de los años 40. En cierto modo tiene aire de película bisagra. En cualquier caso, se trata de una película tensa, violenta (para los cánones de la época) y enérgica. Como hecho histórico, además, fue la consagración de Humphrey Bogart como estrella, toda vez que hasta entonces su carrera se había sostenido en papeles secundarios.

En concreto interpreta a Roy Earle, un atracador profesional que sale de presidio gracias a su buena conducta a y la generosidad de Big Mac (Donald Macbride), el jefe de la antigua banda para la que trabajaba. Al momento de salir de la cárcel ya está enredado en una nueva trama delictiva: el atraco a un hotel de lujo de la sierra de California, que en temporada alta puede tener gran cantidad de dinero y joyas.

La narración empieza a ser contundente desde el mismo inicio. Vemos a un Bogart hosco, temperamental, algo déspota. La presentación de personajes que hace Walsh es magistral, Roy Earle como líder de los atracadores, dos tarambanas insensatos como Red (Arthur Kennedy) y Babe (Alan Curtis), e inesperadamente Marie (Ida Lupino). Curiosamente será el personaje femenino casi el único capaz de mirar a Roy a la cara sin un asomo de temor o servilismo.

*El difícil camino de la redención

Hay un rasgo atípico en El último refugio respecto de otras películas parecidas. El ambiente. Normalmente las historias de atracos y bandas de gánsters suelen ser urbanitas y estar asentadas en el asfalto de las grandes ciudades. No en esta película. La acción se sitúa en unas cabañas al pie de la alta sierra de California (Sierra Nevada), en un ambiente casi campestre. Ello aporta una impronta física concreta a la película. Una mayor aspereza, un comportamiento más impetuoso de los personajes y una agobiante sensación de calor.

En cualquier caso, mientras los preparativos del atraco al hotel se van sucediendo, Roy conoce a una familia de granjeros arruinados (se nota el aire de La Gran Depresión) que pretenden llegar a Los Ángeles. He aquí la primera muestra de la complejidad del personaje interpretado por Humphrey Bogart. No solo procurará la amistad de esta apacible familia, sino que se enamorará de la joven Velma (Joan Leslie), una muchacha con un pie deforme que casi no puede andar. De algún modo Roy, tratará de ayudar a Velma.

Y he aquí una de las situaciones clásicas de algunas películas de cine negro. La oportunidad de redención del maleante. La película llevará a Roy a elegir entre retirarse tras el atraco y hacer planes de futuro con Velma o, inesperadamente, unirse con Marie, que no es tan candorosa, pero en realidad es mucho más parecida a él. Lo que Roy no sospecha es que la decisión no depende solo de él.

*Una cuestión de ritmo

El último refugio tiene muchas de las características del cine de Raoul Walsh. Una narración directa, presta a ir al meollo de la trama, y un ritmo constante que nunca decae. Aporta un elemento pasional,a a veces áspero y otras épico a medida que nos acercamos al final. La capacidad de Walsh para narrar es sencilla e inteligente. Véase como ejemplo el momento de la presentación del personaje de Velma donde, de forma algo inusual, lo primero que nos muestra es su pie deforme, dando a entender la importancia que tendrá en la trama.

Esta intensidad en la narración es una característica significativa en el cine de Walsh. Ya sea en el cine bélico con Objetivo: Birmania (1945), en el western con Murieron con las botas puestas (1941) o en el cine de aventuras con Tambores lejanos (1951). Solo por citar unos ejemplos. Siempre hay un conseguido sentido de la acción en las película de Raoul Walsh.

El último refugio es una película apasionada en varias acepciones del término. Lo es de forma tensa y violenta en el apartado criminal. También en el apartado sentimental, bordeando el drama romántico, pero alejándose al mismo tiempo de cualquier paradigma cursi o melifluo del concepto. Particularmente el vínculo entre Roy y Marie echa chispas.

Dos notables actuaciones

El último refugio fue un antes y un después en la carrera de Humphrey Bogart. Hasta entonces sus papeles eran de actor secundario y en muchas ocasiones vinculados a villanos o a criminales. Véase como ejemplo Ángeles con caras sucias (1938) de Michael Curtiz, o El bosque petrificado (1936) de Archie Mayo. Este, sin embargo, es un papel fronterizo. Es cierto que interpreta a un criminal, pero se ve una profunda veta de buenos sentimientos y bondad dentro de él. A partir de ahí, ya vendrían Casablanca (1942), El halcón maltés (1941), El sueño eterno (1946), La reina de África (1951)…

Bogart luchó mucho por este papel (no era la primera opción como actor) y además de realizar una compleja y enérgica actuación, acertó de lleno en la elección de El último refugio como apuesta personal. Ida Lupino da una réplica magnífica. Marie, su personaje, tiene un carácter nada sumiso y aunque a veces parezca un poco dependiente de Roy, es capaz de coger un revolver si la ocasión lo requiere. No en vano, uno de los compinches de Roy dice «tiene más valor que muchos hombres». La actuación es magnífica, sólida y algo trágica.

Ida Lupino, por cierto, ocupará un lugar algo inadvertido pero relevante para la historia del cine, al ser de las escasísimas mujeres directoras en la época del Hollywood clásico. Quizá el signo de los tiempos no la dejó triunfar, pero dirigió títulos interesantes como El bígamo (1953), o El autoestopista (1953). En televisión llegó a ser una realizadora relativamente prolífica. En ciertos aspectos, por lo tanto, fue una pionera. No nos podemos olvidar de Pard… un perro que se convertirá en todo un símbolo del fatalismo.

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Escrito por Mariano González
Cinemagavia
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