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España España · Santa Cruz de Tenerife
Voto de William Munny:
7
Drama Varsovia. Un taxista está lavando su coche. Jacek, un joven campesino de mirada turbia, vaga por la ciudad. Piotr, un estudiante de derecho, se prepara para hacer su último examen. Sus destinos se cruzan cuando Jacek coge un taxi para ir a los suburbios de la ciudad, donde asesina brutalmente al taxista. (FILMAFFINITY)
29 de septiembre de 2006
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Enmarcada dentro de su particular homenaje fílmico a los diez mandamientos, el célebre director polaco realiza con “No matarás” una de sus películas más notables e infravaloradas.

Narrada a través de diversos puntos de vista (asesino, víctima y verdugo), el film sirve como reflexión sobre la pena capital, así como critica duramente el aparato institucional que las dicta y que muchas veces actúa en contra de sus propias convicciones.

La película presenta una Polonia en ruinas, de calles vacías, sin asfaltar, habitada por gentes que se esconden en sus abrigos y observan con miradas huidizas y gesto serio lo que acontece en un país que no encuentra su identidad y deambula a la deriva.
La representación de una sociedad deprimente, alienante, insolidaria; perfecto caldo de cultivo de mentes desequilibradas que sólo buscan la satisfacción personal, se lleva a cabo mediante un meritorio trabajo de fotografía en la que imperan tonos apagados, oscuros, tristes, principalmente grises y ocres que ambientan convincentemente la locura de Varsovia.

Dividida en dos partes claramente diferenciadas, “No matarás” supone un intenso ejercicio para los sentidos del espectador, pues huye del discursismo para dejar a éste que saque sus propias conclusiones del sinsentido que se nos revela. Es por tanto una película incomoda, donde disfrutar de la misma se hace casi imposible, pero que a la vez resulta necesaria por su mensaje. No es entretenimiento, es interacción, crítica, comprensión.
Y todo esto contando de manera soberbia, con planos que nos pondrán los pelos de punta (el gato del inicio es un ejemplo), que se sirve de un excepcional trabajo de fotografía para expresar sentimientos mediante imágenes en vez de palabras y donde los actores son lo de menos pues el dramatismo no lo aportan ellos, sino las circunstancias en las que se mueven y donde no son más que simples marionetas condenadas a encontrarse.
El único pero es que ese alejamiento voluntario con los sentimientos de los personajes puede resultar contraproducente y conseguir alejarnos a nosotros mismos de lo que se nos está contando, con la pérdida de interés que esto conlleva.
Aun así, muy recomendable.
William Munny
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