Slasher cañón. Me decido a hacer esta crítica sobre una peli que, a la larga, será de culto ... Desde luego está entre las peores películas que jamás haya visto (y mira que me trago cine de terror) y me cuesta trabajo llegar a concebir que pueda haber llegado a cobrar vida. Nunca mejor dicho: es mala con ganas ... hay que tenerlas para perseverar en este espanto alucinógeno durante 90 minutos.

El conejo de Duracell, pero de dos metros de altura, que antaño participaba en fiestas infantiles filmadas con cámaras de Super 8 ahora, años después, merodea por las campiñas de, pongamos por caso, Idaho. Y merodea para masacrar muchachas de buen ver. Pero el conejo colabora de vez en cuando con sus dos hermanos (ella parece la jefa) patrulla las carreteras del Condado con igual designio exterminador. Por lo demás, pocos casos como el de esta película para ejemplificar que las víctimas de cualquier slasher se arrojan en brazos del psychokiller. Y visto como esta peli pinta a los vecinos "normales" de la zona, rednecks, es comprensible esa entrega voluntaria: mejor te acuchilla Bugs Bunny que te despelleja para escaldarte vivo y comerte estofado Elmer Food.

Sólo para utilizar como trampolín para zambullirse en estados alterados de conciencia.