Ya se sabe que comprarse una casa, un piso, un apartamento o un chabolo es cosa seria. Primero que te guste, segundo que el precio se ajuste a tus posibilidades y tercero que te concedan la hipoteca. Pero es que además hay que andarse con cuidado, no sea que un cementerio indio se encuentre justamente debajo o que asesinaran allí a dos niñas una secta satánica. Vamos que todo hay que mirarlo.

Y luego si todo eso resulta que no es problema viene el problema de amueblarlo, para ello hay que valorar las técnicas milenarias del Feng Shui, sí, ya sabéis las cabeceras de las camas siempre al norte, nada de espejos que nos reflejen en el dormitorio y los sofás siempre pegados a las paredes. Luego tiene que ir un cura a bendecir la casa, no se os olvide. Un sin vivir.

No me extraña que la familia de “Terror en Amityville” sucumba ante tantos requisitos, y menos aún que James Brolin decidiera irse mejor a vivir al “Hotel”, sobre todo teniendo a Connie Sellecca de asistenta complaciente.

Entretenida cinta de terror de un director con sapiencia en la profesión como Stuart Rosenberg, que no pudo escaparse de la moda setentera de las mansiones encantadas, y que al menos convence en el suspense que logra, pero que como es muy habitual en este tipo de películas, a medida que pasan los minutos todo se termina por resolver de manera y forma bastante simple o estúpida.

Nota: 5,9.