Dentro de los varios significados que pueden adquirir esas palabras en un cine, el fetén es el que se aplica a esta película. Se hace corta. Y eso ya es de por sí ilustrativo.

Bien ellos y ella. Fundamentalmente Seymour Hoffman, y también Hanks, que hace olvidar su última equivocación danvinciana. Pero no olvidemos a Julia Roberts, el mayor descubrimiento para la historia del cine de los últimos treinta años. No es especialmente guapa, ni tiene una figura de modelo, sus dotes de actriz tampoco son superlativas...ni falta que le hace. Su presencia eclipsa, enamora a la pantalla...y ello a pesar de lo excesivo de su personaje, de tanto maquillaje, del tinte rubio. Roberts forever.

El animus jocandi, esencia y leitmotiv de cualquier película es obviado por muchos y luego se rasgan las vestiduras por los pésimos resultados. En este caso se consigue entretener ilustrando al espectador de ciertos polvos que a día de hoy todavía producen grandes lodos. Sin dramas, ni demagogias.

Misión cumplida.