Esta es una comedia extraña. No es usual que un país admita burlarse de su propia historia, sobre todo cuando las productoras muchas veces tienen ese idilio con el apoyo estatal. Aquí nos encontramos con una sátira muy agradable sobre la historia alemana, europea y las juventudes que alborotaban el paisaje en la década de los ochenta.
Se trata de cinco amigos que hacían sus propias revoluciones, las grababan y tenían todo un archivo de lo que habían hecho en una deshecho apartamento de Berlín. Con el paso de los años, cuando ya no había cabida para sus anárquicas formas de ser, una bomba que ellos mismos documentaron cómo fabricar estalla en una casa que piensa remodelar una inmobiliaria. Los detalles de la bomba, en una olla pitadora ochentera incluso, reabren la mirada sobre el pasado. Pero lo irónico es que ninguno de sus autores se da por aludido, porque, como ocurrió con la nación, ya dejaron ese capítulo a un lado, ahora son capitalistas, asalariados, amas de casa. Solo dos almas sobreviven al espíritu de su juventud, entre ellos, Timmy o Tim, interpretado por Til Schweiger. Aquí comienza la historia: ¿Qué hacer en caso de incendio?, esa es la pregunta que van a respondernos estos revoltosos que deben volver a aplicar su creatividad para librarse del mayor lío de sus vidas.