Lo que palpita en esta película es el gusto por la narración de terror. Eso se siente, casi que se huele. Muy interesante ha salido el relato en las manos de Fede Álvarez. Si bien yo he quedado un poco descontento con el desenlace, lo cierto es que, en términos generales, el filme es muy satisfactorio, suscitando en cada plano una grata conexión con el director y su narración.
La historia es una pilatuna de tres jóvenes que quieren enriquecerse cuando Detroit se va desocupando. La víctima será un hombre ciego de quien, se presume, tiene escondida una riqueza como fruto de una indemnización del Estado. El exceso de confianza ante lo que será la pilatuna, como quitarle un pelo a un gato, será la fuente de los malestares que tendrán que enfrentar los chicos para salir adelante con su robo. Pero es una película de terror y ya se puede prever cómo irá a salir todo. De todas formas, a pesar de las singulares previsiones del género, la película se disfruta por la calidad de su edición y el deleite mismo de seguirle el hilo a quien nos quiere narrar.