La primera hora de esta épica película es un completo encanto. Cada escena está hecha con una maestría impresionante y la percepción que se puede despertar en el público es la de estar ante un acto de verdadera magia. Sí, esa magia que se hace con los elementos de la ciencia y la tecnología para revitalizar el arte y sus dimensiones temporales.
The Revenant se ajusta a los cánones habituales del drama o la épica que nos gusta y que ha gustado siempre. Un héroe que cae en desgracia, la desventura del compañerismo, la soledad, el infierno, la redención. Así que el mérito no tiene nada que ver con una historia que, de alguna forma, ya se puede prever hacia dónde se dirige. El mérito de este filme está en el engranaje técnico y actoral que se ha dado en él. La historia de siempre contada por un mago, actuada por un par de actores que pasan por sus mejores niveles (DiCaprio y Hardy) y ubicada en una escenografía que nos hace recordar que el planeta fue alguna vez lo que todos quisiéramos que siguiera siendo.