Taylor, a diferencia del resto de los reclutas, es un joven adinerado que ha llegado a Vietnam por voluntad propia, el resto son presidiarios, marginados y pobres. Desde el primer momento marca la diferencia, y tendrá que ganarse el respeto del resto mediante su actuación dentro y fuera del campo de batalla.
Dentro del pelotón, los sargentos Barnes y Elias crean dos bandos por una confrontación en un pueblo en el que Barnes y algunos hombres matan por el placer de matar y violan a algunas mujeres. Desde ese momento, Taylor corregirá su admiración por Barnes y se unirá a Elias en su modelo de guerra violenta, pero honesta.
Y tras enterarse del asesinato de Elias por parte de Barnes, Taylor se queda solo, sin el apoyo de sus compañeros. En una micro-sociedad anárquica, la ética queda en dependencia de la supervivencia. Pero Taylor tendrá la oportunidad de matar a Barnes aplicando el ojo por ojo, diente por diente.
La situación general de la guerra nunca es sabida por sus combatientes, se mueven de un lado a otro, con la incertidumbre de si seguirán vivos al día siguiente, con sometimiento y pasividad.
Y es que la violencia engancha, y uno de los soldados seguidores de Barnes llega incluso a argumentar que en la guerra uno está mejor que en cualquier sitio, que puede hacer cuanto quiera, que la muerte no le preocupa, porque sólo sería eso, morir en un momento sin enterarse.
En definitiva, “Platoon” es un tirón de orejas a la actitud estadounidense en la guerra de Vietnam y a la actuación de muchos de sus soldados. Pero un tirón cobarde camuflado en un exceso de situaciones inverosímiles y un bombardeo final de ciencia ficción.